EL
TEATRO EPICO DEL SALITRAL
¿Que es “Hacha y
Quebracho”? ¿A que nos remite la sonoridad de la frase?
Cualquier
santiagueño que se precie ligaría el significativo golpe de las dos “CH” a Raúl
Dargoltz. Hombre de teatro, historiador, investigador, pero fundamentalmente un
intelectual preocupado por los destinos de su tierra natal.
“Hacha y Quebracho” es, que
duda cabe, una especie de marca registrada en el imaginario popular de la provincia
en estos últimos años, porque nombra varias cosas: un libro de ensayos sobre la
realidad santiagueña publicado en el año 91, una sala de teatro que durante
algún tiempo regenteara su autor junto a
Tito Díaz o un texto teatral de notable aceptación pública, cuya fuerza
testimonial ha convocado desde que comenzó a rodar, allá por 1984, a miles de
espectadores en los lugares mas insólitos.
Obra extrañamente maleable,
que fue mutando de pieza didáctica a cantata, a obra para un actor y un
cantante, o para dos actores, o para actores y ballet, a veces fue un monólogo, etc.
Vi varias versiones de esta pieza. La primera, creo recordar que en un teatro deLa Banda , aquel ya mítico
montaje con Daniel Nasif y Juan Carlos Almada y lo que aquella vez me llamó
inmediatamente la atención fue la “epicidad” del espectáculo: La obra de
Darlgotz que hoy comentamos no tiene una fábula en el sentido aristotélico. Está
escrita en escenas sueltas y cerradas en
si mismas, unidas solo por la pertenencia a la
historia de la provincia de Santiago del Estero. Esta estructura
secuencial, le permite al emisor señalar mas de un punto de vista, pero
indudablemente siempre se ha de privilegiar uno, el del autor. Sobre el
escenario van desfilando personajes como Rams y Rupert, el Conde del Castaño,
Antenor Alvarez, Saint Germes, el entrañable Zenobio Campos entre otros. Cada
uno es protagonista de su propia y reveladora anécdota. La irrupción de datos
estadísticos y canciones tienen la clara
intención de reforzar el sustrato ideológico y evitar la empatía, produciendo
el efecto de “extrañamiento” tan caro al teatro brechtiano. El espectador no
debe comprometerse emotivamente, su placer estará en comprender los procesos
históricos que llevaron a la provincia a ser lo que es. Hay aquí una concepción
activa del hecho teatral, este debe ser un producto usable y aplicable, debe
servir para enseñar y concientizar
Vi varias versiones de esta pieza. La primera, creo recordar que en un teatro de
Teatro épico de la mas
rancia estirpe, aunque claro...con el inevitable toque latinoamericano, porque
la pasión sobrevuela constantemente el escenario. Los actores se llaman por sus
nombres, actúan pero también discuten, reflexionan. Con algún elemento de
vestuario y utilería que cambian a la vista del público pasan de un personaje a
otro. La “literarización” esta planteada en la actitud aleccionadora de los actores en
ciertos tramos del espectáculo y en la
música, pero también través de diapositivas que comentan y refuerzan la
posición discursiva del texto. Las canciones, si bien tienen en general, una
carga dramática importante, acentúan lo formulado, comentan y hacen explícito
lo implícito.
Dargoltz no anda con medias
tintas, quiere, necesita que todo quede claro. Ya el comienzo desconcierta y
sorprende: los actores juegan a ser folkloristas que hacen humor con el tópico
de la pereza santiagueña, justo cuando el desprevenido público comienza a
divertirse con lo vulgar e insustancial de los chistes, un actor grita
“¡Mentira, todo esto es mentira!” y el espectador acalla sus risas, casi
avergonzado, para recibir a partir de ese momento un alegato fuerte, áspero y
sin concesiones acerca de los porques
históricos de la actualidad santiagueña.
Santiago es tierra de
paradojas y contrastes. De la memoria
mítica de bosques umbríos, de sachayoj protectores de maravillosos animales y árboles
indestructibles que poblaban esos bosques rodeados por ríos que desbordaban en
esteros de edénica fertilidad; pasamos
al salitral inmenso, al desierto interminable, al secadal que condena a sus
habitantes a la tristeza eterna. Esta tierra alberga y albergó como no podía
ser de otra manera a hombres diversos: Desde el criollo corajudo y peleador
como el Silverio Leguizamón de Canal Feijóo
al hombre manso pero igualmente heroico como Zenobio Campos. Hombres de prodigiosas
utopías pagadas con la muerte como Saint Germes y otros de mirada corta y
mezquina. En esta tierra cohabitaron franceses, daneses, árabes y judíos con
los descendientes de los juríes y aun de los negros que alguna vez fueron traídos
como mano de obra esclava. Aquí se cobijó el quichua, idioma imperial que se
adoptó como propio. Aquí conviven el ritmo alegre y festivo de la chacarera con
el quejido de la vidala.
Quizás el que todas esas
contradicciones y paradojas estén contenidas de una manera u otra en “Hacha y
Quebracho” explique la razón de su perdurabilidad en el tiempo y el porque se ha
convertido ya, en parte de la historia del teatro de Santiago del Estero.
Rafael
Nofal
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