jueves, 7 de octubre de 2010

EL TEATRO EN EL AMBITO ACADEMICO (Entre dudas, certezas y algunos interrogantes)



 
EL TEATRO EN EL AMBITO ACADEMICO.
(Entre dudas, certezas y algunos interrogantes)

 
        Esta ponencia tiene más que ver con mis dudas que con mis certezas…es que a medida que pasan los años de profesar el teatro de las más diversas formas: Escribiendo, dirigiendo, enseñando etc., las primeras son mucho más numerosas que las segundas. Por ejemplo: Hay días en que salgo de alguna clase preguntándome: Para que enseñar teatro en este lugar del mundo? Para que enseñar teatro en una universidad del "norte del sur", es decir en un lugar muy alejado de los centros de poder, de donde se deciden las cosas. ¿Es necesario? ¿sirve para algo? Pienso entonces en Oscar Wilde y su concepto del arte como una "bella inutilidad" liberándolo de cualquier fundamentación ulterior, desolemnizándolo y quitándole mayores obligaciones como no sea la de dar placer. ¿Es entonces, necesario? Si y no diría. No, porque de hecho conozco a muchas personas que viven tranquilamente y sin ninguna culpa por no haber pisado jamás una sala de teatro; si, porque nadie puede quitarnos a nosotros el infinito, único, placer de subirnos al escenario y contar nuestras historias o compartir nuestras fantasías. Nadie puede tampoco negarle a aquel que decidió entrar a una sala de teatro como espectador, la posibilidad de gozar del momento de epifanía: ese mágico e irrepetible momento en el que actor y espectador suspenden la realidad exterior para crear una nueva, única, realidad compartida por el tiempo que ellos decidan. Bueno, está bien, pero…¿es necesario que esté ocupando un lugar en la universidad? preguntaría algún cultor de las ciencias duras ya que el concepto de taller, de maestro- discípulo que primó durante siglos para transmitir los conocimientos de las artes sigue presente en muchas cabezas. Y también, por supuesto el concepto de que el arte es algo superfluo: ¿Para que queremos teatro si no hay algodón en los hospitales? Dice el mismo señor. Es que debe haber las dos cosas, señor, le contestamos, algodón en los hospitales y teatro para el que quiera consumirlo.
Recuerdo entonces lo que le costó a las disciplinas artísticas ser aceptadas en este ámbito tan resistente al cambio que es la universidad y me dispongo a defender el lugar tan duramente conseguido en "la academia" …pero me asaltan nuevas dudas: ¿estamos ocupando realmente bien este lugar? ¿Para que formamos a los futuros profesionales del teatro con aval de un título universitario? ¿Qué y como investigamos en nuestra disciplina? ¿Hacemos realmente la extensión que deberíamos? Y eso hablando de las tres patas en las que descansa o debiera descansar la actividad universitaria en nuestro país luego de la reforma del 18: Docencia, investigación y extensión. ¡La reforma del 18, que antiguedad! Cada vez hay menos gente que sepa de que se trata eso, es que pasó hace casi cien años. ¿No será hora de repensar la Universidad? Algunas cosas cambiaron en el mundo luego de mil novecientos dieciocho. Pero bueno…eso es otro tema aunque no tan ajeno. Sigamos con lo nuestro y empecemos por recorrer al menos en parte el corto pero sinuoso camino del teatro en la universidad
La relación de las artes con la universidad tuvo desde siempre aristas especiales. De hecho la actividad artística en tanto disciplina integrada a lo académico, apareció recién en el siglo XX y el teatro y la danza fueron de las últimas artes en ser aceptadas como disciplinas que podían sentirse amparadas por los claustros. Demos una mirada sobre la situación actual: En varios países europeos hay universidades donde la actividad teatral brilla por su ausencia y otras en las que tiene diversas formas de existencia. En el caso de España, institutos y academias de indudable prestigio pero de carácter no universitario fueron aceptados hace no mucho tiempo dentro de los claustros luego de haber cumplido con una serie de requisitos entre burocráticos y académicos; más o menos como pasó con el IUNA en nuestro país. En otras universidades están institucionalizadas las "aulas de teatro" estas pueden asimilarse a los "talleres de teatro" que hay en muchas casas de altos estudios argentinas. En Latinoamérica, la realidad es mas o menos parecida: unas pocas universidades, como la UNAM en Méjico u otras en Brasil, ofrecen títulos académicos de tercer y cuarto nivel; las que no, ofrecen su taller de teatro que en algunos casos es abierto a la comunidad y en otras es para que los alumnos tengan una actividad extra además de la carrera "seria" que están cursando, es una oferta que se suma al coro, al rugby o al futbol universitario.
En el caso de nuestro país tendríamos que dividir los casos entre las universidades privadas y estatales. Entre las privadas hay universidades que ofrecen al igual que muchas públicas sus "talleres de teatro" como actividad extracurricular que tienen la importancia que cada propietario de la Universidad decide otorgarle. La UNSTA en Tucumán es un ejemplo de ello, un taller con esporádica producción. Hay casos como la Universidad de Morón que tiene un teatro universitario con una larga trayectoria e incesante actividad. De hecho este año organizó un Festival internacional de Teatro Universitario con la concurrencia de muchas universidades extranjeras. Hay otras universidades privadas que han incluido en su oferta académica paga, al teatro: La Universidad Argentina John Kennedy ofrece una licenciatura en Artes y Ciencias del Teatro de cuatro años de duración y la Universidad de Palermo ofrece una licenciatura en Dirección Teatral que se dicta en su facultad de de Diseño y Comunicación. En cuanto a las universidades públicas, la actividad está repartida entre los "talleres de teatro" (La Plata, Litoral, UNNE, UNJu, UNSa; UNSE etc.) con variantes en sus características. De hecho yo dirigí durante veinticinco años el Teatro Universitario del Santiago del Estero que por prepotencia de trabajo fue creciendo hasta tener en su ámbito un taller de formación teatral para jóvenes y adolescentes, un taller para la tercera edad y un elenco estable de producción e investigación teatral. Actualmente esta conducido por Adrián Ruiz, un egresado de esta facultad. Hay otros que son solo talleres como los de la UNNE o solo elenco como el de la UNju; Valgan estos dos casos como ejemplo. En cuanto a las carreras con título universitario están contenidas por la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad de Cuyo, la Universidad Nacional de Centro de la Provincia de Buenos Aires, IUNA, Tucumán y una carrera de reciente creación en la Patagonia, creo que también en Misiones hay una licenciatura en proceso de formación. En todos los casos y con las leves variantes que la estructura universitaria permite, la situación es parecida: algunas orientadas hacia la formación de docentes, otras mas encauzadas hacia la investigación o la formación de productores teatrales, como en la UNT, pero en definitiva carreras que fueron insertadas casi a presión en un envase ya existente y que condiciona su funcionamiento.
Entonces aparecen mis dudas y mis interrogantes: ¿No habrá llegado la hora de repensar nuestra actividad? De preguntarnos por ejemplo ¿Sirven las cátedras encaradas como compartimentos estancos y con escasa relación entre ellas? ¿Para qué estamos formando a nuestros futuros egresados? ¿Hemos emprendido una relación con el medio que les facilite su inserción? ¿Van a poder vivir de lo que aman y para lo que se han formado? ¿Cuántos licenciados en teatro, cuantos profesores de teatro, cuantos intérpretes dramáticos puede contener el NOA? Esto en el aspecto docente porque con respecto a la investigación, me pregunto: ¿Por qué investigamos siguiendo la estructura dada por las ciencias duras? ¿Por qué nos obligamos a producir solo teoría en nuestros proyectos? ¿No es este el espacio de la experimentación? Experimentación en el sentido de ex-perimentar, salirnos del perímetro, ir mas allá del límite. Muchos de nuestros procesos de producción fuera de la universidad tienen ese sentido. Sería bueno pensarlos en el marco de la investigación universitaria, que nuestras aulas sean también laboratorios teatrales, que allí se produzcan espectáculos experimentales y material teórico como fruto de la reflexión sobre los procesos de creación y sus resultados. Imaginemos por un momento proyectos de investigación teatral amparados por el CIUNT con docentes con orientación hacia la producción escénica y otros dedicados a la producción teórica, mas alumnos interesados en la investigación, trabajando juntos en la producción de espectáculos. ¿No sería esta, me pregunto una forma de acercar generaciones en forma concreta e impulsarlas a producir juntas? En esta parte del país, sin tradición teatral, donde cada teatrista se siente "hijo de nadie", donde cada generación siente que tiene que refundar el teatro. En estos tiempo de tanta micropoética hija del individualismo neoliberal sería una buena forma de unir voluntades y aptitudes creadoras. Y si pensamos en la extensión, pregunto: ¿No pueden algunos de estos espectáculos producidos así, como fruto de la investigación, salir al medio como extensión de la universidad? ¿Como la real conexión de la academia y el pueblo al que se debe? ¿Por qué pensar la extensión en el teatro solo con la vieja idea de un elenco de Teatro Universitario? ¿No sería más barato y práctico para la Secretaría de Extensión de la UNT financiar temporadas en sus salas y/o giras con una selección de estos productos que crear y sostener un nuevo organismo que rápidamente se burocratizaría?. La Universidad es nuestra casa, la Facultad de Artes, el CIUNT, la Secretaría de Extensión, configuran el ámbito donde desarrollamos nuestras actividades; docentes y alumnos pasamos muchas horas aquí y estimo que debiéramos buscar la forma de optimizar nuestra tarea. En fin…solo quiero dejar el tema planteado, que se tome este trabajo solo como apuntes para impulsar un debate que sin duda nos debemos, creo que ya es tiempo de encararlo.

 

 
Lic. Rafael Nofal
Setiembre de 2010