“EL
TIEMPO DE LAS MANDARINAS”
Rafael
Nofal
“EL
TIEMPO DE LAS MANDARINAS”
(El orden de las escenas es solo una
sugerencia, puede ser modificado por quienes trabajen sobre este material.)
DOS CHICAS EN UN PARQUE
(Una está sentada en un banco, otra se
acerca.)
UNA: ¿Vas a estar mucho aquí?
OTRA: No se…un par de horas, quizás. ¿Por…?
UNA: No, por nada…
¿Esperás a alguien?
OTRA: Si, es decir no…¡Bah!…no se.
UNA: Yo, si. Espero a alguien.
(Silencio.)
OTRA: Me parece que te conozco de algún lado.
UNA: Puede ser, no es tan grande la
ciudad. ¿Dos horas vas a estar?
OTRA: Mas o menos. (Por el bolso) ¿De viaje?
UNA: No,
es decir si...¡Bah!...no se. (Ríen) Es lindo este parque… ¿venís siempre?
OTRA: No, antes venía. Tenía una amiga que
vivía cerca y nos encontrábamos aquí. Desde chicas.
UNA: Yo no tengo ninguna amiga de cuando
era chica. Nos mudábamos seguido, por el trabajo de mi viejo. Bancario. Cuando se jubiló nos quedamos aquí.
OTRA: Debe ser lindo eso de vivir en distintos
lugares. Yo siempre viví aquí. Siempre en esta ciudad.
UNA: No te gusta.
OTRA: No…no digo eso pero, a veces me dan ganas
de irme, tener otras experiencias…conocer otra clase de gente.
UNA: A esta edad puede ser, cuando
podés elegir irte. Cuando sos chica, no. Es feo dejar
amigas, barrio, escuela y empezar de nuevo cada vez.
OTRA: ¿Te vienen a buscar?
UNA: Si.
OTRA: Tu
novio.
UNA: Si. ¿Cómo sabés?
OTRA: No sabía. Pero no es difícil darse cuenta.
UNA: ¿No?
OTRA: No.
Estás ansiosa, intranquila. ¿No estás
segura de que venga?
UNA: (Contesta con un gesto vago. Saca una bolsita
de plástico con mandarinas.) ¿Querés?
OTRA: Si, gracias. Mi primera mandarina de este
invierno.
UNA: Me
gusta el olor de las mandarinas en invierno.
OTRA: A
mi me gustan las siestas con mandarinas en invierno.
UNA: Y a mi me gusta calentarlas al sol en el
invierno, antes de comerlas.
OTRA: No, no te conozco. Te pareces a Cecilia. Bah…no
se si te parecés, pero me hacés acordar a ella.
UNA: ¿De quien hablás?
OTRA: De
Cecilia, la amiga con la que nos encontrábamos aquí. Ella también ponía sus
mandarinas a calentar al sol mientras conversábamos.
UNA: Eran muy amigas, ¿no?
OTRA: Si.
De chicas decíamos que nos adivinábamos el pensamiento. Y era cierto, siempre
nos mirábamos y sabíamos que estaba pensando la otra. ¿Nunca te pasó?
UNA: Si, con una sola persona. ¿No la ves mas?
OTRA: No. (Larga
pausa) ¿Cuántos años tenés?
UNA: Veintitrés.
OTRA: Si querés puedo sentarme mas allá, en aquel
banco. Digo por si a tu novio le molesta que estés con alguien cuando llegue.
UNA: No,
por favor quedate, acompañame.
OTRA: ¿Tenés miedo?
UNA: Me
parece que si…un poco.
OTRA: Cecilia también se fue de este parque.
UNA: ¿Tu amiga? ¿adonde se fue?
OTRA: No se…hace tres años a esta hora quedamos en
encontrarnos aquí, en este banco…
UNA: ¿Y…?
OTRA: Llegó. Traía mandarinas en una bolsa, me las
dio. –tengo algo que contarte- me dijo -
esperame, ya vengo- caminó hacia allá (señala
hacia atrás del parque) y no la vi nunca mas.
(Baja lentamente la luz.)
UNA
MUJER
(Una
mujer hace dedo en una ruta desolada.)
MUJER: Tengo arena bajo los párpados.
Cuando cierro los ojos me duele menos…pero si los cierro me duermo…no me puedo
dormir, no quiero dormir, si me duermo
voy a quedar tirada en esta ruta para siempre. Los del peaje dicen que aquí no
se puede hacer dedo. ¿Quién dice que no se puede? Indios tenebrosos, seguro que
trabajan para ellos también, deben tener las rutas vigiladas. No puedo subir a
cualquier auto tampoco, hay que mirar bien. Yo ya les descubrí un patrón, no
se, algo…un signo que llevan todos, tienen una mirada, no, es mas bien una
forma de mirar, agachan la cabeza y te miran
pero no a los ojos, miran como a alguien que está a tus espaldas, te hablan a vos pero es como si miraran otra
persona. Ahí viene una camioneta roja. No, no me gusta…mejor no le hago señas.
¿Y si me cruzo al otro lado de la ruta? (Lo
hace) Es lo mismo ir para un lado o para el otro. Pueden estar en cualquier
parte, lo importante es saber reconocerlos. Casi me agarran en la terminal.
Menos mal que los vi desde la cabina mientras hablaba por teléfono con Juan
Pablo. Pobre…él, que me mandó el pasaje…
--Estoy en la terminal, voy para tu casa- le decía justo cuando lo vi: Un negro
bajito, cara de coya que empujaba un carro con valijas para disimular, lo
pesqué justo cuando me miró. Luego le hizo como una sonrisa de costado y una
seña a otro que barría el piso cerca de las plataformas, ese también me miró.
Entonces me di cuenta que eran ellos, salí corriendo de la cabina y me fui por detrás. Corrí un par
de cuadras desesperada. Cuando me paré para tomar aliento estaba en un parque,
ni me di vueltas a ver si me seguían, de miedo. Cuando vi que nadie me seguía,
empecé a caminar hacia la ruta guiándome con
los carteles. No me van a agarrar, ya los conozco bien, ya se como
operan, no me van a agarrar. Ese camión…ahí está! Dios quiera que pare… (Seña.
El camión no para.) ¡Hijo de puta! Bueno, ya aparecerá alguno. Tiempo es lo
que me sobra, si no me vinieron atrás los de la terminal, está todo bien. Tengo
hambre y sed…tendría que caminar un poco, a lo mejor encuentro una casa y me
dan algo. (Busca entre sus ropas, encuentra una mandarina, la pela y la
come.) Al peaje no puedo volver, me dan mala espina esos tipos. Miran igual
que los de la terminal. ¿Que hora será? (Toca sus bolsillos.) ¡La puta, no tengo
el celular! se me debe haber caído cuando corría. Por lo menos me servía para
ver la hora, para hablar no. Me detectan, si hablo por el celu… me detectan.
Las cuatro o cinco de la tarde, digo por el sol. Ojalá se nuble un poco. Nubes
hay. Nubes con formas de pájaros. Pájaros
grandes con picos como fauces abiertas de perro o de lobo, pájaros que
se estiran y ahora se transforman en dos, no tres, tres perros que persiguen un
pájaro mas pequeñito que va al norte. ¿Será una señal? ¿Tendré que ir al norte? No
se…pueden estar en cualquier lado. Mejor sigo aquí, no me gustan esos pájaros,
ahora se estiran, se estiran, parecen…no, mejor no miro mas.
(La
luz baja lenta)
¿Y
SI JUGAMOS A REIRNOS?
UNA: En mi pueblo llueve siempre. El barro colorado te mancha la ropa y no sale mas.
OTRA: En mi pueblo no llueve casi
nunca. La tierra es dura. Todo es tierra dura, arena y piedra.
Y OTRA: Mi ciudad es grande. Yo vivo en un barrio
humilde pero lindo y ruidoso, lleno de chicos que juegan en la calle todo el
día. En primavera el perfume de los azahares al atardecer te embriaga, los
lapachos amarillos iluminan las calles.
UNA: ¿Hay pájaros? En mi pueblo los pájaros son hermosos.
Coloridos, lindos y cantores. Cantan al amanecer y también al atardecer cuando
se juntan para dormir en el aguaribay del patio.
OTRA: En mi pueblo casi no hay
pájaros, ya. Dicen que se fueron por la mina. Que el aire está contaminado,
dicen.
Y OTRA: En mi barrio hay algunos gorriones,
pobres pajaritos de ciudad, chiquitos, feos. No viven mucho. ¿A dónde van a
morir los pájaros? Nunca veo pájaros muertos.
UNA: Los hombres en mi pueblo son como los pájaros. Se visten
con mucho color. Cantan y gritan. Cuando están tristes se emborrachan y gritan.
Cuando están alegres, igual.
OTRA: En mi pueblo los hombres son silenciosos. Te clavan la
mirada cuando te acercas, te miran pasar y no dicen nada. Solo miran. Dan miedo
a veces.
Y OTRA: En mi ciudad, te miran y murmuran cuando
pasas. Es como un ruido sordo, algo dicen pero nunca se entiende. Brrrr…mam…te
co…grrr….si te agarrr…brrrr…
(ríen)
UNA: Allá hacen
¡Aiiiiiiiiiaiiiiiiaiiiiiiaiiiiiaiiiiii…!
(ríen)
Y OTRA: ¡Grrr…mam….brrr….te mam….que or…brrrr…..!
UNA: ¡Aiiiiiiiiii…aiiiiii….aiiiiiii….aiiii…aiiii …aiiii!
(Ríen)
OTRA: ¿Y si jugamos a reírnos?
(Silencio.)
Y OTRA: ¿De qué?
OTRA: ¿De que, qué?
UNA: De qué nos reímos.
OTRA: De nada. Te reís nomas…no
hace falta un motivo. Hace bien. (Ríe a
las carcajadas) ¿Ves?
Y OTRA: De la vieja Irma en pedo tratando de
pegarme, como el otro día, y se cae a la mierda.
(Risa.
Suena falsa y forzada.)
OTRA: O del viejo que entró ayer
conmigo y no pudo hacer nada porque no se le paraba. Me pagó aparte para que yo
no le contara a los amigos.
(Igual)
UNA: No. Nos riamos de las cosas de antes…de antes de aquí.
Y OTRA: ¿De mi casa…de mi barrio?
UNA: Del pueblo.
OTRA: O de los hombres de antes…de
antes de aquí.
UNA: De los gritos: ¡ Aiiiiiiiaiiiiiiaiiiiiaiiiiiiaiiiii!
Y OTRA: Del murmullo: Brrrr…mam….te lam…..grrrrr……si
te…..brrrr.
(Silencio. Leve sonrisa de las tres.)
UNA: ¡Aiiiiiiiaiiiiiiiiaiiiiiiaiiiiiiiiaiiiii!
Y OTRA: ¡Mam….te mam….ay….grrrrr….te
ag….rrrr…brrrr…!
(Sonríen)
OTRA: No puedo.
Y OTRA: Yo
tampoco.
(Silencio.)
UNA: ¿Qué hora será?
Y OTRA: Me parece que está oscureciendo.
OTRA: Hay que prepararse.
UNA: Si, hay que prepararse.
(Lentamente
comienzan a moverse, una de ellas se sienta en un rincón y canta como si
recuperara del fondo de la memoria, una canción infantil. La luz sobre ella.)
CANCION
Lunes antes de
almorzar/una niña fue a jugar/pero no
pudo jugar/porque tenía que planchar.
Así planchaba, así, así/así planchaba, así, así/así planchaba, así, así/así planchaba que yo la vi.
Martes antes de almorzar/una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenia que coser .
Así cosía, así, así/etc.
Miércoles antes de almorzar/una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenía que barrer
Así barría, así, así/ etc.
Jueves antes de almorzar/una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenía que cocinar.
Así cocinaba, así,
así / etc.
Viernes antes de almorzar/una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenía que lavar.
Así lavaba así, así/ etc.
Sábado antes de almorzar/una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenía que tender.
Así tendía, así, así…/ etc.
Domingo antes de almorzar /una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenía que pasear.
Viernes antes de almorzar/una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenía que lavar.
Así lavaba así, así/ etc.
Sábado antes de almorzar/una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenía que tender.
Así tendía, así, así…/ etc.
Domingo antes de almorzar /una niña fue a jugar/pero no pudo jugar/porque tenía que pasear.
ESA MUJER
(En
cuclillas)
Si me quedo así, quietita, en la posición que me
enseñó el maestro, no me ven. Pasan volando y no me ven. La gente que camina
si, ellos si, pero los otros, esos que se transforman en pájaros para husmear,
no me ven. En el norte me di cuenta: parecen nubes, pero no son. Son pájaros
gigantescos con fauces como de lobo o de otro animal terrible, que planean
lento y buscan, buscan. Tengo sed, voy a esperar a que pase el último y cruzo a
pedir agua en ese bar. –Usted tiene un ángel que la acompaña, m’hija- me dijo
la señora esa, en Santiago. Ya se, yo ya se eso, por eso no me agarraron
todavía. ¿Cómo se llamará mi ángel? Seguro tiene un nombre. Juan Pablo sabe
encontrar el nombre de tu ángel… Acompañame angelito, no me dejes sola. No les tengo miedo, solo quiero que me
permitan descansar. Así, brazos sobre las rodillas, palmas hacia abajo para que
no me detecten. Tranquila…tranquila, respirar lento y profundo, no levantar la
cabeza, puedo verlos aunque no los vea. También puedo olerlos, tienen un olor
extraño, como el alcanfor que la abuela
ponía entre las sábanas guardadas en el baúl, olor a cosa antigua y escondida.
Es que son antiguos, están en la biblia, en el Apocalipsis: “…también apareció otra señal en el cielo: he
aquí un gran dragón escarlata que tenía siete cabezas y diez cuernos” …después
dice:…”entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer…” la ira los hace
buscarme…pero ¿por qué? ¿por qué a mi?
¿por qué la bestia se fija en mi justo que todo empezaba a estar bien…? pero
no me vas a encontrar bestia inmunda, no me vas a encontrar. Dejé mi biblia en
la mochila, junto con la ropa, pero no conseguí despistarlos. ¿Hace cuantos
meses que ando? Tres meses o tres días o tres años, no se. Pero esa es la
clave, no quedarse quieta, no dormirse, como ese día que me dormí en el camión
y el tipo me despertó y me dijo -yo vi
una foto tuya en la tele, te buscan. Bajá vamos a comer algo- bajé y cuando él
fue al baño, salí corriendo. ¡Qué estúpida! era un enviado y yo no me di
cuenta, es que estaba muy cansada, me dormí un montón de horas en ese camión…Ya
pasaron, ahora puedo cruzar.
DOS
NIÑAS
(Dos
niñas corren.)
UNA: (La toca) ¡Congelada!
OTRA:
¡No, no vale! ¡Me tenés que
dar cancha!
UNA: Bueno…¡Ya! (Corren, la alcanza.)
UNA: Vos no me podés
congelar tan rápido…si yo corro un poco mas…vos no me podés alcanzar.
UNA: Pero si te
alcanzo…mirá…¡Congelada!
OTRA: ¡Noooo!
No quiero…¡Así no vale! No pienso jugar mas con vos.
UNA: Bueno…está bien,
juguemos a otra cosa.
OTRA: ¿A
qué?
UNA: A las modelos.
OTRA: No
podemos, somos dos.
UNA: Entonces a escribir
en el aire.
OTRA: ¡Pido
pri!
UNA: Bueno.
OTRA: (Canturrea
mientras escribe en el aire.) Vuela,
vuela abejita/ Dibuja mi palabrita/ vuela, vuela abejita./ y con una agujita/
dibuja mi palabrita.
UNA: ¡Puta!
OTRA: ¿Qué?
UNA: ¡Pusiste “puta”!
OTRA: ¡No!
UNA: ¡Si…pusiste puta!
UNA: ¡No! Mirá bien… (Vuelve a hacerlo) Vuela vuela abejita/
Dibuja mi palabrita/ vuela, vuela abejita/ y con una agujita/ dibuja mi
palabrita…
OTRA: ¡Pito!
¡Pusiste pito!
UNA: Si.
OTRA: ¿Pito
de tocar o pito de…?
UNA: Pito de chico.
OTRA: ¡Que
guaranga!
UNA: Pito de tocar…Ayer le
toqué el pito a José.
OTRA: ¡No!
UNA: Si.
OTRA: ¿El
del frente?
UNA: Si.
OTRA: ¿Por
qué?
UNA: Me pidió.
OTRA: Ese
tiene como catorce ¡Que cochina! ¿Como es?
UNA: ¿Qué?
OTRA: El
pito. ¿Cómo es?
UNA: No se, no lo vi.
Cerré los ojos y se lo agarré. Así. Estábamos en el fondo de su casa.
OTRA: ¿Cómo
es?
UNA: No se…como un
palo…pero caliente, suavecito…
OTRA: ¡Que
asco!
UNA: Respiraba raro.
OTRA: ¿¡El
pito!?
UNA: No, tonta. José.
OTRA: ¡Ah!
UNA: Como agitado.
OTRA: ¿Y
después?
UNA: Nada mas.
OTRA: ¿Cómo,
nada mas?
UNA: Después salí
corriendo.
(Larga
pausa.)
OTRA: Me
toca a mi.
UNA: ¡No! ¡Si no adivinaste!
OTRA: ¡Si
adiviné!
UNA: Pero la segunda vez,
no la primera.
OTRA: Bichito
colorado, a ver quien sale…
UNA: Bueno.
LAS DOS: Un
bichito colorado/ mató a su mujer/ con un cuchillito/ de punta alfiler/ le saco
las tripas/ y se puso a vender/ a veinte a veinte/ las tripas calientes/ de mi
mujer.
UNA: ¡Yo! ¡Gané! ¡Escribo
en el aire, yo.
¿OTRA
MUJER?
Hay días en los que me
despierto antes del mediodía y miro por la pequeña ventanita enrejada que da al
rio. En realidad creo que el sol me despierta, miro a través de la reja y si
fijo los ojos con insistencia en el sol, todo se vuelve amarillento, los cierro
de golpe y ahora son como oleadas de colores los que andan dentro de mi cabeza,
detrás de los párpados. En esas oleadas tornasol, subo y vuelo desnuda sobre el
rio, lo cruzo y el viento de luz me lleva como envuelta en un suave edredón que
me cubre y me da calor. Es lindo volar así, sin peso y sin miedo. Desde afuera
miro por la ventanita a esa chica tan rubia que ha quedado en la cama de al
lado, creo que es de Corrientes, habla dormida la rubia y como entre sueños llama a su mamá.
Es linda, le falta un diente y duerme desnuda entre las sábanas sucias. Yo
vuelo envuelta en un extraño calor de colores y el viento me lleva hasta el
patio de mi casa, mi vieja casa, allá en Tucumán, aterrizo en silencio sobre el
techo del gallinero, tan en silencio que Taty, mi hija que juega ahí, debajo
del mandarino no se da vuelta a mirar, el que si se asusta y ladra es el “Mancha”,
el perrito que encontramos una vez en el parque, cerca del piletón, flaco y sin
pelos por la sarna, Taty se encariño enseguida y quiso quedarse con él, nunca
tuvimos corazón para decirle que no, lo curamos y en unos meses se puso
hermoso, menos mal, porque ahora que yo
no estoy y mi mama anda todo el tiempo en la calle, es una compañía para ella.
Ladra mucho el “Mancha”, me ladra a mi, a veces se calla y mueve la cola, me
reconoce, salta, pero mi hija no se da
vuelta a mirarme, tampoco me animo a llamarla, no se porque, solo la miro en
silencio desde el techo de chapas del gallinero y me vienen unas ganas
terribles de llorar. Nunca voy volver a ver
ese patio…ni a Taty, ni a “Mancha”. El viento de luz me envuelve otra vez…me
trae de vuelta…la correntina llora en sueños y yo no puedo volver a dormirme.
¿SABES
ALGO?
UNA: Entró a un bar a pedir un vaso con
agua…no eso fue antes, en julio. Casilda, Santa Fe.
OTRA: Estaba con un muchacho,
cobrador, viene de Salta, de Metán. No me acuerdo la fecha, Monte Quemado,
Santiago del Estero.
UNA: ¿Con la familia? Todo bien…me parece.
OTRA: La mochila y los papeles, los
documentos…en una estación de servicio en una ruta de Salta.
UNA: Dice que esta amnésica, que la trajo desde Fernandez, en
Santiago, y la dejó cerca de la cancha de River.
OTRA: Era
muy misteriosa y cuando alguien la llamaba y preguntábamos quién era nos decía
que era un amigo de Jujuy que le ofrecía trabajo allá.
UNA: Al
amigo no lo conocía, pero me dijo que era Juan Pablo, o Juan Carlos, no se, un
amigo de Sahaja Yoga.
OTRA: Esa
noche se quedó a dormir y me dijo que tenía un deseo muy fuerte de transmitir
el amor de Dios a la gente.
UNA: Me
dijo que volvía en diciembre.
OTRA: Iba
a Jujuy, se bajó en Salta, en la ruta, después Ledesma, de ahí a Santiago, Vera
en Corrientes, después Casilda, no se donde mas.
UNA: Verla…no
no la vi, pero me contaron…
OTRA: Sahaja
Yoga…No, no se que es eso. Como una secta, creo…
(Apagón)
DESDE EL FONDO DE LA MEMORIA
(Una
actriz, repite varias veces la estrofa.)
Un
bichito colorado/ mató a su mujer/ con un cuchillito/ de punta alfiler/ le saco
las tripas/ y se puso a vender/ a veinte a veinte/ las tripas calientes/ de mi
mujer.
EL
ENCUENTRO
UNA: ¡Flaca! (Se abrazan)
Perdoname la demora.
OTRA: ¿Te acordás de alguna vez que
vos hayas llegado primero?
UNA: (Ríen) Tenés
razón, ni de chica.
OTRA: Estas agitada…¿Qué te pasa?
UNA: Vine corriendo. Tengo cosas que contarte.
OTRA: ¿Buenas?
UNA: Mmmm…todavía no se.
OTRA: ¡Estas linda! ¿Qué te hiciste
en el pelo?
UNA: Nada…bah, casi nada. Me corté las puntas y me aclaré un
poquito.
OTRA: Esta bueno. Te queda rebien.
UNA: Vos si estas mas linda…¿Hace cuanto que no nos vemos?
OTRA: No se, meses.
UNA: Mirá, traje. (Muestra una bolsa con mandarinas)
OTRA: ¡Que grandes! ¿De tu casa?
UNA: Si. Del mandarino del patio, ¿te acordás?
OTRA: ¡Claro! En esta época nos
trepábamos a la siesta. Las comíamos sentadas en las ramas.
UNA: Tomá. ¿Me esperás un ratito en este banco? Ya vuelvo.
OTRA: ¿Adonde vas?
UNA: Hasta allá. (señala
hacia atrás) Un ratito y vuelvo.
OTRA: ¡Vas a ver al verdulero! (Ríen)
UNA: ¡Estás loca! Ya debe estar casado y gordo. Ya vuelvo,
esperame que tengo cosas muy importantes que contarte.
OTRA: ¿De qué?
UNA: ¡Uf…! Ni te imaginás. Ya vengo.
OTRA: (Gritando hacia afuera) ¡No te demorés!
(Lento,
mira hacia atrás, luego se sienta y comienza a pelar una mandarina mientras
baja la luz.)
ESA
MUJER
Detener este temblor, eso
es lo primero. Y dominar el miedo…el miedo los atrae, el miedo los llama como a
los perros. No debo tener miedo porque lo que tenga que ser, será. El séptimo
ángel ya ha tocado su trompeta y oigo las voces, han bajado del cielo y me
rodean. He vuelto a mi ciudad, ahora se que es aquí donde tengo que estar, aquí
tengo que esperarlos. Las voces pasan a mi lado pero no me hablan a mi,
disimulan, pero yo se que anuncian que la ira ha llegado. Nadie se da cuenta,
caminan, ríen, vienen, van, sin notar que las veredas han empezado a plegarse,
todo se ondula, la turbulencia va a llegar pronto y estos hombres y mujeres,
como en Sodoma, van a desaparecer tragados por las fauces de la tierra. (Grita.) ¡Deténganse! ¡El último día ha
llegado, la ciudad está condenada! ¡Miren hacia el cielo…el dragón escarlata de
siete cabezas nos está mirando! No hay tiempo para huir, solo para
arrepentirse. Yo he peregrinado por el norte y he sido perseguida por los
enviados. Yo he visto las señales. Por favor no me miren así, no es hora de
tener miedo. Deténganse. Por favor no sigan su camino. Esta ciudad es Sodoma y
nuestra hora ha llegado. ¡Por favor…por favor! Deténganse…callen…silencio … que
el fin esta cerca…el fin esta cerca.(De
rodillas y con los brazos abiertos murmura una especie de oración.)
DOS CHICAS EN EL PARQUE II
UNA: ¿Tu amiga es esa chica que…?
OTRA: Si, ella.
UNA: Salió en los diarios.
OTRA: Si, mucho.
UNA: ¿Nunca mas supiste nada?
OTRA: No.
UNA: ¿La extrañas?
OTRA: A
veces sueño con ella. Sueño que aparece, así de solo estar, a los pies de mi cama, solo para contarme eso
que se quedó sin contar, que abre la boca y habla pero las palabras no salen …
o yo no la escucho, no se.
(Silencio)
UNA: ¿Dónde estará?
OTRA: Desaparecida. Así figura en la policía.
Es rara esa palabra…¿Qué quiere decir? …Una vez busqué en el diccionario y me
lo aprendí de memoria:” Dicho
de una persona: Que se halla en paradero desconocido, sin que se sepa si vive. Eufem. muerto (ǁ
sin vida). Apl. a pers.”
UNA: Suena terrible.
OTRA: Es como si te dijeran: “Está muerta pero no
te lo queremos decir”.
UNA: ¿Y vos que crees?
OTRA: No se. Yo hago esfuerzos para que no
se me borre de la cabeza. Repaso con cuidado su cara, sus gestos, algunas
palabras que repetía siempre. Pero cada vez me cuesta mas, todo lo de ella se
me va haciendo borroso. Es una pelea diaria contra el olvido, pero me parece
que voy perdiendo la batalla, hay cosas que ya no se si son recuerdos o de a
poco voy inventando una Cecilia nueva…
UNA: A lo mejor ese día quería
contarte que se iba…
OTRA: Quizás…¿A qué hora te dijo tu novio que te
pasaba a buscar?
UNA: No me dijo una hora exacta. En
realidad…
OTRA: ¿En realidad, qué?
UNA: Es que solo me dijo: esperame en el banco
del parque al lado de los juegos, cuando salga de trabajar te busco.
OTRA: ¿En que trabaja?
UNA: Es ingeniero en algo del
petróleo, trabaja en Rio Gallegos, en el sur. Está solo ahí, no tiene familia,
en realidad es porteño pero se fue a trabajar ahí hace tiempo.
OTRA:
Y que hace aquí?
UNA: No se muy bien,
parece que la empresa lo mandó a algo…
OTRA:
¿Hace poco que lo conoces?
UNA: Y…no mucho…hace
unos quince días.
OTRA:
Eso no es nada.
UNA: (se
apresura a aclarar) Pero es como si hubiésemos estado juntos toda la vida.
Es increíble como me entiende. Parece que me adivinara el pensamiento. Como vos
y tu amiga. En serio, es raro, nunca me pasó con nadie. (Otra la mira en silencio.) Casi no tuve que contarle nada de mi
vida, el solo iba haciendo deducciones y se dio cuenta de todo.
OTRA: ¿De
qué, por ejemplo?
UNA: Qué se yo, de que estoy harta de mi casa, de mis viejos,
del control…Es muy perceptivo…no se, a veces me asusta.
OTRA:
Es para asustarse. Sabes poco de él.
ANA: La verdad es que
si…se que gana muy bien, por lo menos por lo que gasta…Aquí, está parando en un
hotel que le paga la empresa. Hermoso.
OTRA:
¿Fuiste?
UNA: Fui. La primera
vez… la noche que lo conocí, no se… me agarró como una calentura muy fuerte. Yo
nunca me había ido con un desconocido pero esta vez pasó. Mi mamá sabía que me
quedaba a dormir en lo de Paula, la amiga con la que salí esa noche, así que no
hubo problemas. A Paula no le gustó porque se tuvo que ir sola del boliche, en
realidad él se ofreció a llevarla pero ella no quiso, me parece que estaba un
poco celosa. Llamó un taxi de una empresa de confianza y se fue. Esa noche fue
increíble. La verdad yo no tengo mucha experiencia. Un primer novio a los
diecisiete y un par mas después…pero nada mas.
OTRA: Y ahora te vas con él.
UNA: Si.
OTRA:
¿En tu casa saben?
UNA: No. (Silencio.
Marcela tararea por lo bajo una canción.) Te parece mal lo que voy a
hacer.
OTRA:
No se. Solo creo que si tenés miedo, tendrías
que pensarlo mejor.
UNA: ¿Y vos que
hacés aquí?
OTRA: Nada, solo vengo todos los años a la
misma hora en que quedamos en encontrarnos con Ceci, me siento aquí y la espero, una hora o dos, luego me voy…hasta
el año siguiente.
UNA: ¿Pensás que
puede volver?
OTRA:
Si.
(Apagón)
UN
HOMBRE
(Una
actriz en un rincón del escenario.)
Una vez vi un hombre en la
calle, paso a mi lado. No, en realidad yo lo descubrí a lo lejos y lo vi venir
entre la gente, era un sábado a la mañana creo. A medida que se acercaba, un
calor comenzó a subirme por las piernas, el sexo me latía, el estómago se me
anudó y el calor me llegó al pecho y a la cara. No era lindo, no, pero algo en
el me causaba una especie de conmoción, las piernas me temblaban a medida que
se acercaba. El venía distraído pero unos metros antes de cruzarnos, alzó la
cabeza y me miró. Todo se hizo mas lento, la gente a nuestro alrededor caminaba
y nos empujaba. Nosotros nos cruzamos muy despacio, mirándonos. El corazón me
latía en la garganta. Luego de unos metros no pude mas, me detuve y me di
vuelta. El había hecho lo mismo. Nos miramos un instante entre la multitud y
luego cada uno siguió su camino. Creo que si en ese momento hubiera hecho el
mas mínimo gesto, me habría ido con el sin preguntar nada.
ADOLESCENTES
(En
el parque)
UNA: ¡Tengo algo que contarte!
OTRA: ¿Pero, no vamos a entrar?
UNA: Yo para la prueba no estudié y vos ya estas aprobada.
¿Para que vamos a entrar?
OTRA: No se, para que la vieja nos
vea por lo menos. No se…digo ¿Qué me querés contar?
UNA: ¡Me dejó una cartita en el banco!
OTRA: ¿Quién, el…? (hace una seña)
UNA: ¿Y qué otro?
OTRA: ¡No! ¿Y qué dice?
UNA: ¡Mirá! (lee)
“Sos la estrella que busco cada noche en el cielo nuvlado…sos mi sol en los
días de tormenta…”
OTRA: ¡Que nabo!
UNA: Nublado con V corta…
OTRA: ¡Renabo!
UNA: En el recreo me encaró y me preguntó si iba a Bariloche.
OTRA: ¿El curso de él va con el
nuestro?
UNA: Parece que si.
OTRA: ¡Ahá! Te quiere transar ahí.
UNA: Ni se piense, con la cantidad de chicos lindos de todos
lados que van a ir, no le voy a dar corte.
OTRA: El coordinador me contó que
justo en el hotel nuestro van a estar chicos de Córdoba y Santa Fe.
UNA: ¡Papita para el loro!
OTRA: (Tono de doblaje televisivo)
¡Creo que vi pasar un lindo gatito! (ríen)
UNA: Mi vieja dice que no sabe si voy a ir, porque no tiene
plata.
OTRA: ¿Y tu viejo?
UNA: Está sin trabajo…y para colmo parece que ahora se le dio
por jugar.
OTRA: ¿Jugar? ¿A qué?
UNA: No se… a las cartas, a las maquinitas. Anda mal, yo ni lo
veo.
OTRA: ¿Y que vas a hacer?
UNA: No se…pero yo de algún lado voy a sacar y voy a ir.
OTRA: Creo que dan medio pasaje
liberado para el mejor compañero. Podríamos preguntar.
UNA: Quizás. ¿Tenés algo
de plata?
OTRA: Si, un poco ¿para…?
UNA: Para que compremos mandarinas, de paso lo vemos al
verdulero.
OTRA: Qué…¿Te gusta el verdulero,
ahora?
UNA: ¡A vos te gusta!
OTRA: ¡Estás loca!
UNA: Se te caía la baba, el otro día.
OTRA: Bueno, no esta mal, pero
tanto como gustarme…
UNA: Que músculos tiene el pendejo ¿no?
OTRA: Esta fuerte. ¿Cuántos años
tendrá?
UNA: Y…unos dieciocho.
OTRA: Nosotras, dieciséis…esta
bueno.
UNA: ¿Será el dueño, tan chico?
OTRA: No, el dueño es el padre. Es el que anda en esa
camioneta vieja. El hace el reparto y el hijo atiende la verdulería.
UNA: ¿Viste los pantalones ajustados que usa?
OTRA: ¿El viejo?
UNA: ¡Qué boluda! (Ríen)
OTRA: Se le marca el culito.
UNA: Todo se le marca.
OTRA: Mejor que tu poeta, está.
UNA: No es mi poeta. Te lo regalo.
OTRA: Gracias, mejor me quedo con
mi verdulero. (Ríen)
UNA: ¿Vamos?
OTRA: ¡Vamos! (Salen corriendo)
UNA
FOTO
Es una foto de fin de
curso. Estamos todas. Ella también. La llevo en la mochila porque me gusta
mirarla. Tiene una sonrisa extraña, no se porque pero rara, a mi me parece que
es como si hubiese podido sospechar su futuro. Supongo que a todos nos pasó con
esa estúpida foto de fin de la secundaria. Cuando suena el clic, uno siente que
se acabó un momento placentero de la vida y
comienza el futuro desconocido y angustiante. (Mira la foto) Todas sonreímos, pero es como una sonrisa forzada,
grande, una sonrisa para foto. La de ella no, es una sonrisa chiquita, como
tristona, tierna. Es linda, siempre fue linda la petisa… desde chica. No
estamos juntas. Ella llegó corriendo, se paró en la última fila junto con las
mas altas y se puso en puntas de pié.
(Apagón)
DOS
MUJERES
UNA: ¿Vas a ayudarme, si o no?
OTRA: No.
UNA: Vamos…nos vamos juntas.
OTRA: Yo no voy a ningún lado. No
quiero ir. Estoy bien aquí.
UNA: Mentira. Ayer
decías que no dabas mas.
OTRA: Siempre se puede aguantar un
poco mas. Además estoy cansada, tengo sueño.
UNA: Es la pastilla. Bañate y vas a estar mejor, vamos.
OTRA: ¿A vos no te hace nada?
UNA: No la trago. La escondo debajo de la lengua y cuando se
descuidan la escupo en el inodoro. Levantate, tenemos que irnos.
OTRA: ¿A dónde? A mi casa no voy a
volver…no puedo.
UNA: Yo tampoco.
OTRA: ¿Y entonces?
UNA: No se…pero tiene que haber algún lugar mejor. No voy a
esperar a que El Negro me mate a golpes o la vieja Irma me mande a otro lado.
OTRA: Afuera debe ser peor. No hay
nada, solo viento. ¿Escuchas el viento? Es lo único que hay.
UNA: También hay sol…y luz de verdad, luz de día. Quiero ver el
sol afuera.
OTRA: Si tratás de saltar la tapia,
grito.
UNA: ¿Por qué? ¿Para qué?
OTRA: Para que vengan. No quiero
que te vayas. No quiero que me dejes sola.
UNA: No me hagas eso.
OTRA: Si te vas, un día no me voy a
despertar. Me voy a morir sola y nadie se va a dar cuenta hasta la noche cuando
venga El Negro a buscarnos. No me dejes. No quiero que me dejes.
UNA: No te quiero dejar, tengo planes para las dos.
OTRA: Además afuera no hay nada,
solo viento caliente, sol y los camiones que pasan por la ruta.
UNA: En uno de esos camiones nos vamos a ir.
OTRA: No tengo a nadie afuera. Los
que tenía ya me olvidaron.
UNA: Yo no se si a mi me olvidaron. Pero me da vergüenza volver.
OTRA: Una chica que conocí en el
sur me contó que a vos te buscan.
UNA: ¿A mi?
OTRA: Si. Mostraban tu foto, me
dijo.
UNA: No me van a encontrar, no quiero que me encuentren. Tengo algo
de plata escondida, podemos irnos lejos, donde nadie sepa de nosotros. Debe
haber un lugar para nosotros.
OTRA: Yo tengo un lugar en mi
cabeza. Con olor a duraznos y una acequia honda donde el agua hace un ruidito suave
y se pueden pescar mojarras con una botella. Hay gallinas con pollitos y una
parra grande por donde se cuela el sol y el patio de tierra se llena de
pintitas amarillas que se mueven y cambian de forma. A veces hay viento, pero es un viento bueno,
no como el de aquí. De vez en cuando algún
durazno maduro cae en la acequia y el agua se lo lleva lejos.
UNA: Vamos a buscar tu lugar.
OTRA: ¿Dónde? Solo existe aquí, en
mi cabeza… No voy a gritar.
UNA: ¿Qué?
OTRA: Si saltas la tapia del fondo
no voy a gritar. (Señala) Esa ventana
es fácil de abrir.
UNA: No querés venir.
OTRA: No puedo. Tengo mas miedo del
afuera que de lo que me pueda pasar aquí. ¿Qué mas puede pasarme?
UNA: Yo también tengo miedo.
OTRA: Andate. Debe ser cerca del
mediodía, todavía duermen.
UNA: Abrazame. (Se abrazan)
OTRA: No aflojés, algún camión va a
parar. Beso…(Se besan) otro mas.
UNA: Algún día te voy a…
OTRA: Shhh…no digas nada. Andate.
(UNA
sale. OTRA lentamente se encoje, abraza
sus piernas y tararea una canción mientras lento baja la luz)
EL
PARQUE
(Marcela
sola sentada en el banco de siempre. Cecilia se acerca por detrás, le tapa los
ojos.)
UNA: (Le toca las manos un instante. La reconoce sin mirarla.) Te
demoraste, loca.
OTRA: Si,
es que…(Se mira las manos, la mira.). ¿Llorás? ¿por qué?
UNA: No se…de tonta nomas.
OTRA: No…no
te podés poner así. (Le pasa el brazo por
el hombro) Vení.
UNA: Te demoraste.
OTRA: Si,
yo no quería...pero sabía que vos me ibas a esperar.
UNA: (Llora.) Claro.
OTRA: Boluda…me
haces llorar a mi. (Se abrazan.)
UNA: ¿Y si jugamos a
reírnos?
OTRA: Dale.
(La
tercera actriz se adelanta hacia proscenio y dice.)
…Ha pasado el verano, el
viento arrastra papeles y bolsitas de plástico por las veredas. Una mujer hace
dedo en una ruta desolada, o camina como a tientas por la ciudad. Otra, con la
mirada perdida ve pasar los postes de luz desde la cabina de un camión. Otra
espera, solo espera. Los días se van acortando pero el espanto no, sigue allí,
denso, interminable. El invierno se acerca, pronto llegará el tiempo de las
mandarinas.
(Lentamente
baja sobre ella la luz del final.)
RAFAEL NOFAL
Tucumán, Noviembre
de 2012
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