EL PATIO
Patio de ladrillos.
Glicinas. Alguna enredadera sobre columnas casi derruidas que sostienen los
arcos de una galería que rodea al patio. En la penumbra de esa galería se
adivinan numerosas puertas que llevan a un indefinido interior. Todo es
sombrío. En un rincón está LA MAGA, anciana inmortal, sentada en una mecedora.
Es gorda, muy gorda. Detrás de las incontables arrugas se adivinan pequeños
ojos vivaces, pero su inmovilidad la convierten casi en parte del ámbito. En
realidad sería muy difícil pensar el patio sin ella sentada allí.
Por algún lado entra
el representante de la inmobiliaria seguido de posibles compradores de la casa.
EL VENDEDOR: Por supuesto, la
construcción tiene muy poco valor. Lo que interesa es el terreno. De todas
maneras, vale la pena mirar la casa, es una de las mas antiguas de la
ciudad...en este momento solo está habitada por la señora (Señala como al pasar
a La Maga) que dada su edad esta por ser trasladada a un geriátrico ya que no
puede seguir viviendo sola...(A La Maga, casi gritando)¡Buen día, señora!...(La
Maga no contesta. El vendedor hace un gesto como diciendo: ¿Ven que tengo
razón?)La casa ocupa casi un cuarto de manzana. De estilo colonial, en
ladrillos de barro, la carpintería a pesar de su mal estado es de primera
calidad, (Va guiando a la gente hacia el interior) Tiene salida por las dos
calles, posee tres grandes salones e innumerables habitaciones, hay quienes
comentan que fue un antiguo burdel...(Mientras desaparecen) Se dice que por
aquí pasó gran parte de la historia de la ciudad.
(Los intrusos
desaparecen. La Maga ha quedado sola.
Desprendiéndose de una de las columnas surge Gardelito. Como casi todos
los personajes que pueblan el patio, es parte de los deshilachados recuerdos de
La Maga. Es un hombre muy pálido y
delgado, bigotes
finos, sombrero,
pantalón y saco ajustados, largas uñas en los meñiques, anillos. Esta arreglado
y acicalado casi femeninamente. De algún lugar se escucha un mágico tango que
este personaje baila solo, desplazándose lento, por todo el espacio.)
LA MAGA: Sos tan lindo, Miguel...a
veces me dan ganas de levantarme y bailar con vos,
como antes...apretarme calladita, olerte la piel del cogote con los ojos
cerrados mientras tus dedos en la espalda me van ordenando el rumbo...pero ya
ves, aquí estoy en este sillón de mierda, prisionera de los años y de la grasa.
Que cosa el cuerpo, no? Crece, se deforma, te ata, no te deja ir aunque tengas
ganas... Aunque ya no aguantes mas, te sigue agarrando Aunque ya no seas
vos...Aunque sienta que ya no soy yo la que sigue sentada aquí.
(Sube la música y Gardelito baila con pasión, reconcentrado en si mismo. La Maga levanta una mano como para tocarlo y de algún rincón oscuro aparece un muchacho de unos veinte años, en una bolsa sus pocas pertenencias. Gardelito que ha detenido su danza observa desde un rincón)
(Sube la música y Gardelito baila con pasión, reconcentrado en si mismo. La Maga levanta una mano como para tocarlo y de algún rincón oscuro aparece un muchacho de unos veinte años, en una bolsa sus pocas pertenencias. Gardelito que ha detenido su danza observa desde un rincón)
LA
MAGA: (Lo llama con un
gesto) ¿Cuantos años tenés?
MUCHACHO: Veinte, señora.
LA MAGA: No me digas señora, yo soy La Maga
nomás. Así que venís de una guerra...¿Y como has llegado aquí?
MUCHACHO: Y...andando. Cuando nos devolvieron los
ingleses, muchos quedamos en Bahía o en
Buenos Aires. Ya no queríamos volver, pero tampoco nos queríamos quedar. Un día
agarré mis cosas y empecé a caminar. Hace mucho que camino.
LA MAGA: Y
tu casa?
MUCHACHO: En La
Banda...en Santiago. Pero ya no quiero volver.
LA MAGA: ¿Y
por qué, ché?
MUCHACHO: Es que
ya no ...no se... me parece que ya no soy yo...es como si volviera otro...Usted
conoce La Banda?
LA MAGA: No.
MUCHACHO: Mi casa
está cerca del canal...en el patio hay un algarrobo grande...cuando viene el
verano, ahí cantan los coyuyos. Patio de tierra...tierra dura, señora, como
cemento. En verano ponemos ahí los catres con mi mama porque adentro no se
aguanta el calor...Yo no conocía el mar...el río Dulce nomás, el mar no.
Pensaba mucho en el patio cuando iba en el barco. Y después el barro en la
isla... yo creía que una isla era una cosa chiquita, pero no...en medio del
barro escuchaba los coyuyos después de cada cañonazo. Se quedaban cantando
horas, como en Santiago, pero en el barro...en el frío...Parece que de frío se
murió el coya, un jujeño calladito que estaba conmigo en la trinchera...
--Escuchá los coyuyos, Coya- le decía yo, pero ya estaba muerto...Ahora no
escucho mas los coyuyos, ahora cuando quiero dormir escucho tiros y cañones y
gritos en inglés y...y todo se mueve
como en el barco y me hace frío...ahora
siempre me hace frío señora, no se porque...
LA
MAGA: (Lo acerca con un gesto,
le saca la bolsa de la mano y le acomoda la ropa, lo abriga. ) Yo he conocido
un muchacho como vos. Soldado a la
fuerza,
también... con el mismo miedo que vos...acercate. (El muchacho se arrodilla al
lado del sillón. Mientras habla, La Maga lo masturba lentamente en una suave
caricia, sin lascivia, casi maternal). El también peleaba una guerra que nunca
entendió demasiado. Por estos pagos ganó una batalla entre el polvo y las
langostas. Tenía la misma mirada que vos...triste y cansada. No era hombre de
batallas ...Así...tranquilo hijo, tranquilo... (Con los últimos gemidos, el
muchacho se ha recostado en las faldas de La Maga.) Descanse...que ya va a tener tiempo mañana de seguir andando
por esos caminos de Dios.
(Mientras la luz baja sobre ellos, vuelve a escucharse el
tango. En un rincón se ve a
Gardelito que baila en una baldosa con una mujer joven.
Casi como una continuación de la
danza este saca un cuchillo de entre sus ropas y apuñala a
la mujer. Es solo gesto y caída en
silencio. De pronto
se escuchan voces y gritos. Desde
distintos puntos del escenario
aparecen los
personajes que celebran con alegría el año nuevo de l932. Son los mismos
actores que entraron con el agente inmobiliario, las caras ya forman
parte y se confunden con los deshilachado recuerdos de La Maga. Un ciego
toca un violín. Máscaras, serpentinas. Todos bailan.)
UNA MUJER : ¡Viva el Peludo Gutiérrez!
ALGUNOS: ¡Viva!
UN BORRACHO: ¡Viva don Leandro, carajo!
OTRO:
¡Viva Perón, mierda!
(Todos se miran desconcertados, La Maga, sonríe. Vuelve la
música tocada por el ciego.
Todos bailan y juegan. Suena una sirena que marca
el comienzo de un nuevo año. )
UN HOMBRE: ( Brindis ) Por la patria! Que el nuevo año nos
libere de la chusma.
OTRO:
¿A que chusma se refiere el señor? Si se puede saber.
UN BORRACHO: A la chusma de la Unión Cívica...a que otra..
OTRO:
(Sacando el cuchillo) Entonces brindá con tu abuela, carajo!
UNA MUJER: Un
momento, ché! En este casa, por lo menos hoy, no se habla de política. Vos
guardá el fierro. No empecemos el año con estupideces.(Brinda) Por esta tierra
que no necesita mas sangre! Por nosotros! (Todos brindan) Y ahora, a
bailar!...¡Que suene el violín, Pancho!
(La música es alegre.
Es clima de fiesta. En ese aparente caos se advierte que la mujer apuñalada,
evidente pupila del burdel, baila con un joven rubio, muy bien vestido.)
LA JOVEN: Percy? Pero ese no es nombre de varón!
PERCY:
No es un nombre que tu estes acostumbrada a escuchar, pero es el
mío.¿Cuántos años tienes?
LA JOVEN:
Cuantos quieres que tenga? Dieciséis...veintiséis?
PERCY:
No se...Es tan difícil hablar contigo...¿ Como te llamas?
LA JOVEN:
¿Como quieres que me llame?
(La Joven se desprende riendo de sus brazos y va hacia
Gardelito. Se escucha un tango. Ella
se pega a su cuerpo y bailan. Toda la escena parece
detenerse. Es que la Maga recuerda con
mayor nitidez a esa
pareja. Como en los recuerdos, los demás personajes se han esfumado
y solo Gardelito y la joven puta bailan. La Maga mira.
Cuando Gardelito saca el cuchillo y
se apresta a matar,
repitiendo exactamente la escena anterior, Placido llama a la puerta.
Los personajes lentamente desaparecen entre las sombras.)
PLACIDO: (Desde la
entrada) Señora...permítame distraer un
minuto de su amable
atención...(Maga lo mira. Es un hombrecito pequeño. Pelo largo, bigotes,
saco a cuadros. Porta una gran valija.)Discúlpeme...me presento: Soy
Plácido Paz, poeta...bah! Hombre de letras en general, escribo poemas,
declaraciones de amor, renuncias indeclinables, discursos políticos, cartas de
despedida para amantes, gritos de Ipiranga...etc. etc. Este es mi oficio, de
esto vivo y me permito molestarla para ofrecerle mis servicios a un precio
totalmente accesible...claro, todo depende del tenor de la pieza literaria que
Ud. requiera.
LA MAGA: Hijo...
PLACIDO: ¿Si...?
LA MAGA: ¿Usted sabe
quien soy yo?
PLACIDO: No.
LAMAGA: ¿Usted sabe
que es este lugar?
PLACIDO: No.
LAMAGA: Es un burdel...un quilombo...un
puterio...Como prefieras. No se para que
pueden ser útiles tus escritos aquí.
PLACIDO: Ah! Disculpe... Es que acabo de
llegar. Recién bajo del tren. Caminé un poco y como vi que había luz...
LAMAGA: ¿Querés tomar algo?
PLACIDO: Y....ya que es tan amable...una
sopita.
LA MAGA: ¿Sopa?
PLACIDO: Si no es mucha molestia...
LA MAGA: (Hace sonar una campanita que tiene entre
sus ropas.) A lo mejor algún día me hagan falta tus servicios, quien te dice.
¿Cómo me dijiste que te llamabas?
PLACIDO: Plácido Paz, servidor, señora.
LA MAGA: (A una mujer que se ha acercado.) Che...este es
Plácido. Llevalo a la
cocina y dale algo de comer. ¿Tenés donde dormir?
PLACIDO: (
Digno) No...aun no, pero...
LA MAGA: Y preparale un catre en la piecita
del fondo.
PLACIDO: Le agradezco mucho, señora. Por
ahora no tengo con que pagarle, pero en cuanto...
LA MAGA: Andá nomás. Ya vamos a hablar de eso. Por el
momento comé algo y descansá...Ah, y no me digás señora, decime Maga, nomás.
(Mientras Plácido desaparece, la puta
joven con el vestido ensangrentado, apoyada a una
columna, fuma y mira bailar solo a
Gardelito.)
LA MAGA: (Mientras se levanta con gran
esfuerzo, apoyada en un bastón.) Aquella madrugada...31 de Diciembre del 32 o
del 34 creo que fue, todos los jazmines comenzaron a soltar su perfume al mismo
tiempo...y el patio quedó para siempre así, con ese olor. Al principio las
mariposas y los picaflores se confundían y venían al amanecer, aun en invierno,
a posarse en las ramitas secas de las macetas. Los hombres siempre matan, con
cuchillo o sin el, a las mujeres que aman y después arrastran su pena
eternamente... el cuerpo se les muere pero la pena no. Bailan y bailan como
encadenados a los ladrillos del patio buscando
una
respuesta o una señal...algo que les
diga que ellos no fueron los autores de esa puñalada final, pero es inútil.
(El monólogo es interrumpido por el golpe de bombos que marcan una alegre y
triunfal
manifestación popular. De distintos
puntos del escenario entran hombres y mujeres que
cantan ininteligibles consignas. La
manifestación es encabezada por la joven apuñalada que
hace flamear una bandera nacional. Los
golpes de bombo se detienen y la manifestación se
inmoviliza unos segundos formando
cuadro: gestos heroicos, dedos en V, rostros
desafiantes. La marcha sigue alegre y
triunfal. Gritos. Consignas. Los textos de estos gritos
no son claros. Nueva detención, la
bandera al centro, gestos hacia ella durante unos
segundos. Los bombos continúan. La
gente grita y canta. De pronto, la gran fiesta se
detiene: Los bombos ahora suenan
como disparos. La gente camina
desconcertada. El
sonido es amenazante. Caminan sin
miedo, solo desconcertados. Se miran pero no se
reconocen, los disparos siguen sonando, la
bandera esta tirada en el centro del patio que se
va cubriendo de zapatos abandonados
por los manifestantes que caminan sin rumbo. De a
uno van saliendo. Cuando en el patio
ya no hay nadie, los bombos callan. De pronto uno de
los manifestantes entra en silencio y
como un ladrón mira hacia todos lados, luego levanta
los zapatos abandonados, va a salir,
se detiene, se vuelve, recoje la bandera y huye. La
Maga observó todo esto desde un
rincón. Luego de unos instantes entra una jovencita con
ropa actual, apurada, con un papel
arrugado en su mano. Observa el lugar hasta que
descubre a La Maga )
LA JOVEN: Disculpe, señora...¿Esta es la
casa que se vende? Llegué tarde porque de la empresa me mandaron a ver
otra...lo que buscamos es un terreno grande para construir el edificio de la
central...el otro es grande pero queda un poco lejos del centro...(Habla
tratando de provocar una respuesta de La Maga que la mira en silencio) Este
está bien ubicado...además tiene entrada por las dos calles...¿El vendedor,
está? (Cree percibir un gesto en La Maga) ¿Adentro? (Ante la falta de respuesta
sigue hablando.) Este terreno esta bien ubicado le decía, claro la casa está un
poco...pero no se aflija, es para
demoler...¿Adentro, dijo?(Sale sin obtener respuesta.) Perdone la
molestia.
LA MAGA: (La mira irse y con enorme
dificultad saca una bolsita con tabaco y papel, para dedicarse a armar
meticulosamente un cigarrillo. Una
sombra se mueve, La Maga mira. Es la
figura melancólica de Manuel Belgrano,
vestido con uniforme militar, que la mira apoyado en una columna) Ah, es
usted...¿Y sigue penando por aquí? ¿No le parece que ya es hora de descansar,
hijo? Me extraña...Usted es un hombre
instruido, ya tendría que haber entendido como es este asunto. La inmortalidad
no es para todos...nos tocó a nosotros...y bueno, resignarse. A mi, debe ser
por una cuestión de oficio, y a usted...bueno, debe ser porque este país, como
todos, necesita héroes. Y no se aflija, que no depende de batallas ganadas o
perdidas o de la cantidad de escuelas que mande a construir, es cosa del
destino nomás...En fin, usted ya tiene sus toneladas de bronce, sus días de
festejo, sus anécdotas inventadas, calles, plazas...y hasta virtudes que nunca
pensó tener, supongo. Lo mío es distinto, es seguir engordando, condenada a
este patio hasta el final...El destino es inexorable general, uno no puede
cambiarlo, pero puede darle su toquecito personal. ¿Usted quiere ganar su
batalla? Y bueno, la gana y listo! ¿Qué
necesita? Confusión? Le mandamos un buen vendaval que espante la caballería
enemiga. ¿Le parece poco? Bueno, le mandamos una manga de langostas, también.
Pida, general, que mientras se pueda...¿Coraje? Bueno, no...de eso ya no creo
que me pueda encargar. Pero no se aflija, hijo, que a veces no hace falta
coraje para ganar. Hay batallas que se ganan solas, quedese tranquilo. (Termina
con el cigarrillo que minuciosamente estuvo armando.) Tiene fuego, che?
(Belgrano la mira desconcertado. De atrás de una columna aparece Gardelito y le
da fuego.) Gracias, Gardelito.
(Un tango potente y sensual cae sobre
el patio. De entre la penumbra aparece una puta ves-
tida como niña de la época. Es
la misma actriz que salió en la escena anterior.)
LA PUTA NIÑA: Quiere bailar conmigo, general? Venga, sea
bueno...(Lo aprieta contra su cuerpo) Esta noche toda la ciudad depende de
usted, y la ciudad no quiere un general triste...(Lenta, comienza la danza al principio tímida pero lentamente se va
convirtiendo en sensual, casi lasciva.) Quien diría...yo bailando con usted
como las Helguera y esas otras señoronas.
(Contra una columna la pareja se besa
y ríe)
LA MAGA:
Eso es...ríase, general. De que sirve un general triste. Además a la
batalla que ha de comenzar al alba la
vamos a pelear todos, no es solo suya, general.
(Desde adentro viene el ciego tocando en su violín un ritmo
de cueca, alegre y fiestero.
Entre risas aparecen dos mujeres a las que se les une la
jovencita del escenario. Bailan.
De la penumbra aparecen el inglés Percy Hill, el joven
soldado, el poeta, un viejo político
de los años cincuenta, que se suman a Belgrano y el
Gardelito que estan en el patio.)
UNA MUJER: Prendan candiles, prendan candiles!
Que suene el
violín del ciego...!
(Hombres y mujeres bailan. La Maga camina entre sus
fantasmas)
OTRA MUJER: Este
no es patio de lágrimas,
Que lloren las
señoras en sus salones!
(Palmas y clima de extraña y mágica alegría.)
OTRA MUJER:
Suene el violín, suene el bombo!
Que si hay olor
a macho en el patio,
Es hora de
cantar y bailar...!
(La fiesta es frenética. La Maga dificultosamente camina hacia su sillón. Las
mujeres
pasan de un hombre a otro, hasta que definitivamente van
quedando con uno.)
EL CIEGO:
He visto hombres nacer,
he visto
siglos morir.
Si una puerta se
cierra,
otra puerta se
ha de abrir.
(La música cambia ahora suena un tango triste y
melancólico. Todos bailan, algunos en
parejas, otros solos.)
LA MAGA:
Cuando oscurece, la luna del patio acompaña los miedos y alumbra las
preguntas. Entonces vienen todos: Los poetas, los ladrones, los arzobispos, los
tontos, los héroes que no saben de
alegrías...todos a sobarnos y a buscar
respuestas en los huecos de la carne. Todos quieren una señal, una señal que
les diga: Por aquí...por aquí es...y la señal casi nunca llega. Entonces lloran
sobre las potrancas encendidas que mientras galopan escuchan las promesas de
siempre...y algunas les creen...como yo, puta tonta y enamoradiza que nunca aprendió a separar el trabajo del
placer. Tus promesas eran lindas, Miguel...
GARDELITO: (Sin interrumpir el baile, a su pareja.)
Un reino de casas alegres, de techos bajos y una avenida de
yuchanes florecidos de copos blancos.
PERCY: (A su compañera de baile.) Un
país nuevo, Maga, maquinas, humo, chimeneas y la miel corriendo por las
acequias.
GARDELITO:
Hombres y mujeres morenas riendo bajo el sol, en calles pintadas de rojo
y blanco.
PERCY: Y acero,
llamas y trapiches torturando, triturando, moliendo, fabricando.
GARDELITO: Y
los cuerpos sudorosos del amor, justo aquí, sobre esta tierra que ganara una
batalla.
PERCY:
Y gritos como vidrios, y la raza mejorada.
GARDELITO:
Manos curtidas por el sol, pezones morados...
PERCY:
Caminos, asfalto, taladro.
GARDELITO: Días
y noches, construyendo la memoria.
PERCY:
Grito y llanto, si es preciso.
GARDELITO: Con
nuestros alegres muertos necesarios.
PERCY:
Y corregir la batalla ganada que es batalla perdida.
GARDELITO:
Ahora barro con el que levantaremos nuestra casa.
(Gardelito y Percy parecen descubrirse repentinamente, se
separan violentamente de sus
mujeres que corren espantadas hacia adentro. Se miran
tensos mientras caminan
en círculo como midiéndose. Cuando la pelea parece
inevitable, se abrazan y terminan de
bailar entre ellos, el tango interrumpido. Con los últimos
compases, entra el agente
inmobiliario. Mide el patio a grandes zancadas.)
VENDEDOR:
Seis ochenta...me parece que tiene un poco más. (A la Maga que hace un
gesto como para detener la pelea.) No se agite señora. Dentro de un rato vienen a buscarla. Es lindo el geriátrico,
ahí va a estar cuidada y acompañada. No
se como ha podido vivir aquí tanto tiempo sola, pero no se aflija que ya está
todo arreglado. (En ningún momento deja de medir y sacar cálculos). Usted ni se
imagina lo que vale esta propiedad. Terrenos en esquina de este tamaño, ya no
se encuentran en esta parte de la ciudad. Descontados los impuestos que se
deben, le va a quedar buena
plata todavía.
Quedese tranquila. Voy a ver si despacho a los clientes por la otra puerta, así
no la molestan. (Sale)
UNA MUJER:
(Entrando, pálida y descalza) No hay hombres...no hay hombres, carajo!
¿Nadie que haga frente? Nadie que ponga el pecho? ¿Dónde están? Se esconden
como señoras miedosas! ¿Para que aguantarlos siglos entre las piernas? ¿Nadie
va a decir, este ladrillo es mío, este aire es mío, esta sangre derramada es
mía? (Han ido apareciendo de entre las
sombras, mujeres y hombres que pueblan confusamente la memoria de La Maga.) ¡Un
solo hombre quiero, que sostenga el aire y los jazmines, el olor de los sueños
cobijados en el patio, el golpe de los pechos empujando la memoria...uno solo,
carajo!
EL CIEGO:
(Cae de rodillas.)Señora, madre de los desamparados, ayudanos!
Señora, dulce
compañera de los solos, ayudanos!
Señora, luz del
privado de la luz, ayudanos!
(El resto de los personajes, sobre todo las mujeres,
acompañan el rezo)
EL CIEGO:
Señora, virgencita de la Merced, madre de los olvidados!
CORO:
Escucha nuestros ruegos!
EL CIEGO:
Señora, virgencita de la Merced, madre de las solas!
CORO: Escucha nuestras suplicas!
EL CIEGO:
Señora, virgencita de la Merced, madre de las lapidadas!
CORO:
Mira nuestras lágrimas!
EL CIEGO:
Señora, virgencita de la Merced, madre de las Magdalenas!
CORO:
Seca nuestras lágrimas!
(Sobre la última frase, en lo alto, como suspendida en el
aire, aparece la Virgen de la
Merced)
EL CIEGO:
(Gritando) Aleluya! ¡ Aleluya! El que no tiene luz, ve la luz! ¡Aleluya!
¡Aleluya!
LA VIRGEN:
Bueno...bueno. ¿A que se debe tanto alboroto?
UNA MUJER:
Nos quieren desterrar, señora.
OTRA:
Quieren demoler la casa.
EL CIEGO:
Y nosotros existimos porque este lugar existe, señora.
LA VIRGEN:
Ustedes quieren resistir el mandato divino?
EL GENERAL:
Con todo respeto, no creo que el señor mande matar la memoria, entronizar
el olvido.
LA VIRGEN: El
sabrá porque lo hace. Hay cosas que no se discuten.
UNA MUJER:
A lo mejor, El no sabe mucho de nosotros y por eso dispone así.
OTRA: La verdad es que ...no se,
me parece que por aquí anduvo poco.
OTRA: Poco y nada diría yo.
Porque mire que han pasado cosas jodidas .
EL CIEGO:
Tierra olvidada, es esta. Dejada de las manos de Dios, dice la gente.
EL GENERAL:
Por favor, no malinterprete...
EL CIEGO:
(Con golpes de violín) Tierra de muertos sin sepultura.
De mujeres solas que caminan.
Tierra de siniestras conjuras.
De paridas con las manos vacías.
LA VIRGEN: (Casi enojada.) Ustedes están
blasfemando!
PLACIDO:
Si me permite, tengo un petitorio escrito.(Lee una vez que obtiene
silencio de los demás.) Los aquí reunidos, nos dirigimos a usted y por su digno
intermedio a la instancia superior, sin el menor ánimo de menoscabar vuestra
alta investidura, a fin de plantear lo siguiente: Vista la necesidad
manifestada por todos y cada uno de los aquí presentes, de preservar este lugar
que nos cobija y justifica nuestra precaria existencia. Y considerando: l.- Que
las damas que aquí moran han sabido
guardar en su cuerpo el ímpetu y la savia vital de varias generaciones. 2.- Que
los caballeros que entre estos muros deambulan, representan retazos de gestas
heroicas, a veces públicas y otras, las más,
privadas; pero heroicas al fin, llenas de tesón y voluntad. 3.- Que
todos los citados up supra, incluido el infrascripto, no somos dueños de
nosotros mismos y solo existimos por interpósita persona, venimos con todo
respeto a peticionar: 1° Se preserve el lugar de la memoria.- 2° Se respete nuestra
voluntad de
existir en el ámbito que corresponde mientras quien nos cobija, así lo
disponga.- 3° Será justicia.-
(Todos los habitantes del patio estallan en aplausos y
vivas. El General, emocionado, se
acerca y abraza a
Plácido.)
EL GENERAL:
Bravo, poeta. Te felicito. Ni yo lo hubiera hecho mejor.
LA VIRGEN:
Mientras quien nos cobija lo disponga...¿Y que disponés, vos?
LA MAGA: Ay, señora...! La verdad es que cuando la vi
pensé que de allá arriba habían tenido la deferencia de mandar a buscarme... al
fin me llegó la hora, me dije. Lo encontraron..! Porque durante estos últimos
años, debe ser lo que me visitaban
varios de esos que pasillean Tribunales, anduve pensando que se había perdido
el expediente mío, o traspapelado, como le dicen, y ya nadie se acordaba que
hace tantos años que ando por aquí. También pensaba:-Raro, que el Señor se
olvide, aún sin mirar las fichas de cada uno, los debe tener a todos en la
cabeza-. Porque con los años la memoria se te va afilando como un cuchillo. Yo,
por ejemplo, cada vez me acuerdo de mas detalles: El lunar en el cuello del
moreno aquel o la cara de asombro y los ojos vidriosos de ese chico cuando
acabó por primera vez...o el brillo de aquel puñal que una noche se hundió entre los pliegues del vestido y que todavía me duele en el alma. Estoy cansada,
señora, no es fácil aguantar este cuerpo que ya ni para dar placer sirve.
LA VIRGEN: No
es cosa de olvidos. Son designios del señor. A lo mejor es una cuestión de
oficio, como vos decís, a lo mejor para eso estas, para guardar, para conservar...para ser la memoria.
LA MAGA: (Se
revuelve indignada en su sillón) ¡Pero que memoria, ni memoria! ¡La mierda
guardo yo! ¡La basura, la tristeza, la cobardía!
LA VIRGEN: Eso
será lo que hay que guardar entonces.
LA MAGA: ¡No
hay derecho! ¿Qué soy yo? ¿La cloaca? ¿El reservorio de la bosta? ¿El pozo
ciego? ¿Qué soy yo?
LA VIRGEN: No te pongas así. También guardás otras
cosas. No seas injusta con vos
misma.
LA MAGA: Si,
claro! Guardo los sudores, los besos y las caricias reservadas para las putas.
La saliva del alcohol, la mentira, lo clandestino. ¡La mierda del mundo,
guardo!
LA VIRGEN:
Bueno, algunos te han amado.
LA MAGA: Y
si...algunos supongo que si. Pero no me convence...Es demasiada carga para mi.
LAVIRGEN: Vos
sabés que yo no decido nada. La voluntad del Señor no se discute. Como está en todas partes, el sabe lo que a cada
uno le conviene y sabe además, la carga que cada uno puede soportar...No se...a
lo mejor, si te cuidás de no seguir blasfemando, quizás pueda hacer algo.
(Con el último texto la virgen desaparece junto a los demás personajes. Se escucha un
tango, Gardelito y
la mujer apuñalada pasan bailando y se pierden entre las sombras . En
un rincón, un hombre
de saco cruzado y anteojos oscuros,
enciende un cigarrillo. La Maga
ahora esta de pié.)
EL HOMBRE: Yo se
que vos sos una mujer inteligente, Maga, no te vas a meter en estupideces.
Además, sabés que conmigo no se juega...¡Como no vas a saber! La de polvos que
habremos echado. Disculpá si con el
operativo te espantamos los clientes,
pero el deber es el deber. Sabés que a mi no me gusta este trabajo, pero
alguien lo tiene que hacer, alguien tiene que cuidar este país. No creas que
estos pendejos jugando a los guerrilleros son moco de pavo, no señor, matan
gente, les pudren la cabeza a los jóvenes sanos, les meten ideas raras, alguien
tiene que pararlos. A la cizaña hay que cortarla de raíz porque enferma todo. Si dejamos uno vivo, ese
se puede meter con tus hijos, Dios no lo permita, y llenarles la cabeza. Para
ellos nada vale, ni el hogar, ni la familia, ni la religión, nada. Y todo es
culpa de los padres Maga que no vigilan. Me da una pena, che...vos sabes que
hoy es el cumpleaños de quince de la Huerto mi nena del medio y yo tengo que
andar aquí trabajando. Apenas pude ir a la misa y de vuelta al servicio... pero
bueno, alguien se tiene que sacrificar, no?
(Desde adentro aparece una mujer)
LA MUJER:
Oficial...
EL HOMBRE:
Bueno...bueno, miren quien vino.
LA MUJER:
Raro usted un sábado por aquí.
EL HOMBRE: No
vengo de joda, estoy de servicio.
LA MUJER:
Bueno, pero ya que está aproveche. Hoy no vino nadie.
EL HOMBRE: Es
que tenemos rodeado el barrio. Se nos va a escapar si es brujo, el hijo de
puta.
LA MUJER:
Bueno, no ha de ser para tanto...venga adentro que le voy a hacer pasar
el enojo.
EL HOMBRE:
Quince años se cumplen una sola vez en la vida. –No salgas esta noche,
papá. Quedate conmigo- me decía la Huerto... Lo voy a coser a balazos al hijo
de puta.
LA MUJER:
(Lo abraza y acaricia tratando de calmarlo) No se enoje, oficial, deme
un beso...
EL HOMBRE:
(la arroja al suelo de un
empujón.) ¡No me toqués la pistola, puta! ¿O querés que te reviente a vos
también? El arma es como la madre. No se
toca. Y menos una mina como vos, entendés? (La Mujer asiente desde el piso.) Te
has quedado dura ahí, Maga. No te asustés. Es que estoy un poco nervioso. Si me
desocupo temprano, vuelvo. (Sale)
(La mujer se levanta, mira asegurándose de que el hombre se
haya ido. De entre los amplios
pliegues de la falda de La Maga sale un muchacho, pálido y
tembloroso.)
MUCHACHO: Perdóneme, no la quería
comprometer,,,perdóneme.
(La mujer hace un gesto indicando silencio. Lo toma de la
mano y se encamina hacia el
interior, cuando vuelve el hombre. La sorpresa paraliza a
la pareja que se queda quieta y en
silencio.)
EL HOMBRE: Yo
sabia que algo escondías, puta. Porque me hacés esto? ¿Acaso no he sido siempre
bueno con vos? No he tratado de ayudarte? ¿De hacerte un poco mas liviana esa
vida de mierda que llevás? ¿Te encontrás con un tipo decente y que hacés, eh?
¿Que hacés? Traicionarlo. Ves que en
mujeres como ustedes no se puede
confiar? Te había dicho...ahora voy a tener que cagarlos a tiros a los dos.
(El hombre lenta y confiadamente va a sacar su arma
pero La Maga le esta
apuntando con un viejo revolver. El hombre la mira asombrado
un instante. Los compases
de un tango que inunda el patio, reemplazan el previsible
disparo. Se va la luz unos
instantes. Cuando retorna, discuten una puta y Plácido.)
PLACIDO:
(Exaltado)Tenemos que mandar cartas: Al gobernador, al presidente,
a todos...Hay que formar una red
solidaria. También podemos pedirle a la Sociedad Cosmopolita que haga una
edición especial de poemas dedicados al tema de la preservación del espacio en
el que nosotros vivimos, tenemos que interesar a las plumas insignes del país.
Los hombres del pensamiento tienen que expresar su solidaridad.
LA MUJER:
¿No podríamos ser un poco mas prácticos, poeta? Yo tengo un cliente que
es juez, un viejito simpático y sucio...¿Nunca te conté? Le enloquece mirar. Le
gusta que me desnude y le haga poses mientras el se queda en un rincón,
babeándose. Tiene un pito chiquitito y cuando por ahí se le da por montarme,
tengo que gritar y pedirle por favor que tenga compasión, como si me hiciera
daño...la verdad, son raros los hombres, poeta. Mañana me toca con el. Ahí le
voy a pedir que pare todo este asunto.
PLACIDO:
¡No! Me niego. Esta es una causa justa. No podemos procurar justicia por
caminos espúreos.
UNA MUJER: Vos hablás muy lindo, Plácido, pero no
te entiendo y aquí hay que
hacer algo urgente. Si no te
parece lo del viejo, también tengo un
cliente que es policía, de los de arriba. Podemos arreglar con ese...
PLACIDO:
No te permito. Una causa justa debe ser defendida por hombres justos. no
por corruptos. Son los hombres del pensamiento y los hombres sensibles, los que
tienen que traernos justicia. A ellos hemos de dirigirnos.
LA MUJER: No seas terco, Plácido. Me parece que aquí hay que encarar
las cosas de otra manera.
PLACIDO: Es
mas, ya tengo en mente un manifiesto que estoy seguro, van a firmar todos los
colegas de la Sociedad de Escritores, los pintores, los músicos. Se va a
intitular: “El Partenón de la Memoria” ¿Qué te parece? (Dibuja las palabras en
el aire.) “El Partenón de la Memoria”...Comienza mas o menos así: Hombres
necios que abandonais los sueños, sin saber que son lo único que os mantiene
vivos...(Duda) No...no , me parece un poco obvio... podría ser: Existir o no
existir, esa es la cuestión...(Vuelve a dudar) No, esperá...
LA MUJER:
Sos incorregible, poeta. Vení, tu sopa ya debe estar lista. Mañana voy a
hablar con mi viejito, a lo mejor el puede hacer algo.
(Mientras salen,
Gardelito los mira apoyado en una columna, mientras se limpia las uñas
con el cuchillo. La Maga sonrie.)
LA MAGA:
Siempre fue asi, inútil ...inútil pero encantador. Sapo que se equivocó
de charco. Un día dio un salto mas largo del que pensaba y cayó aquí. Hermoso
tipo, este Plácido ,che. ¿Te acordás del día que llegó?
VENDEDOR:
(Entrando) Ya le dije que no se agite, abuela. Tranquila, que ya se
fueron todos, no van a molestarla mas. Lindo perfume tiene esta casa...(Deja en el piso un fuentón y una
jarra de cobre.) Mire que guarda porquerías usted aquí. Me voy a llevar algunas
cositas, total a usted ya no le van a hacer falta. A la patrona no creo que le
interese mucho, pero a las chicas quizás le gustan.(Sale.)
LA MAGA: Y
vos...? Justo ahora te quedás parado,
quieto. Dale, bailate un milongón. Algo alegre, algo que me mueva el alma.
(Suena una alegre milonga y Gardelito baila, desplazándose por todo el patio.)
Eso es...Pensar, tantos años amandote para terminar así, para que al final lo
único que me quede de vos sea este perfume del jazmín y la calentura que
todavía me produce el recuerdo de tu cuerpo bailando pegadito al mío. (En sus
evoluciones Gardelito tropieza con el fuentón y la jarra.) Tené cuidado. La de conchas que se habrán
lavado con esos utensilios.
VENDEDOR: (Trae
una antigua muñeca. Nota con alguna extrañeza que los elementos se han
desplazado.) A la nena del medio le van a gustar, le encantan las cosas
antiguas. (Ordena las cosas.) Ahí está. Para que juegue a bañar la muñequita.
Espero que no le moleste, abuela. Hay otras cositas también. De todas maneras
lo tomo como parte de la comisión. Muebles casi no quedan, solo algunas macanas
que no vale la pena ni sacar a remate.
(Cuando sale se
cruza con una mujer que entra muy enojada y va hacia las cosas que el
vendedor dejó en el suelo)
LA MUJER:
¿Porque se meten con mis cosas? ¡Toquen lo que se les cante pero mis
cosas no! (A la muñeca) Mi bebé...! Usted no se vaya con cualquiera. La bebé
tiene que quedarse donde mamá la deja. Que ningún hombre malo la toque. (Va a
salir y descubre al General Belgrano que observa en la penumbra.) ¡General! Al
fin un hombre. Justo la persona que nos hace falta. (Deja las cosas en el suelo,
suspira, lo abraza.) ¡Ay, general...que suerte! Por fin un hombre que organice
la lucha. Un valiente que nos defienda.
EL GENERAL:
¿Yo? ¿Y porqué yo?
LA MUJER:
¿Por qué? Porque usted es quien
es, mi general. Es su destino y uno no puede escaparle al destino. Tiene que
ponerse al frente. Usted es el hombre.
EL GENERAL:
No, hija...por favor, usted no entiende.
LA MUJER:
¿No entiendo que, mi general?
EL GENERAL: Es
que yo no se...yo no puedo...
LA MUJER: ¡Claro que puede! Mande, organice,
grite. Coloquemos la infantería al
frente. Podemos
armar barricadas, cerrarles el camino. ¡Yo lo ayudo!
(Va colocando
sola, macetas como barricadas.) Por aquí no van a pasar!
EL GENERAL: Yo
soy un hombre de leyes...
LA MUJER:
Las leyes son lo que menos importan en esta historia. Hay que pelear.
Hay que resistir. Que no crean que se la van a llevar de arriba. ¿Qué hacemos
con la otra puerta?
EL GENERAL:
¿Que puerta?
LA MUJER: La
que da a la otra calle. Venga, ayúdeme a trancarla, vamos a apilar muebles.
También tenemos que clavar las ventanas.
(El vendedor entra arrastrando un viejo baúl)
VENDEDOR: Pesa
una tonelada, abuela. ¿Que guarda aquí? ¿Ladrillos? ¿No serán las
famosas “joyas de la abuela”? (Se ríe solo del chiste tonto. De pronto descubre
que varias cosas han cambiado de lugar.) ¡Oiga, que ha pasado aquí! Esto
estaba...y esto...No, señor. Las macetas no estaban ahí...Y a esto yo lo
dejé...¡Vamos, no me joda, abuela! No se haga la viva conmigo. Así que cuando
yo no la veo...No, usted no puede
ser...¿Tiene a alguien escondido aquí? ¡Pícara la viejita, eh! No...no puede
ser...A lo mejor me confundí. (No muy convencido.) Mi mujer siempre me dice que
soy un distraído...si eso debe ser. Bueno, veamos que hay aquí. (Abre el baúl y
saca vestidos y zapatos que va desparramando en el suelo.) ¡Tanto trapo! ¿Usted
se ponía esto, abuela? Debe haber sido hace siglos porque ya no le entra ni en
la uña. (Encuentra un cofrecito con joyas de fantasía.) ¡Las joyas de la
abuela! ¿Ve que tenía razón? Chafalonías, piedritas, vidrios de colores. No
deben valer dos pesos. ¿Y esto se ponía, usted? Cosas de puta, abuela. Debe ser
cierto lo que se dice por ahí de esta casa. En fin... por lo menos para que las
chicas jueguen van a servir.(Sigue revolviendo.) ¡Una bandera! Y que hace una
bandera aquí? (La despliega. Aún conserva viejas manchas de sangre.) ¿Y esas
manchitas sospechosas? ¿Que se anduvo limpiando con la bandera, abuela? (Saca dos paquetes de cartas, atados con una
cinta.) Cartas. ¿Serán cartas de amor,
ché? ¿Y porque no? La de historias que debe tener en su vida, vieja.(Se escucha
ruido de muebles que se corren.) ¡Quien anda ahí! (Toma la jarra a manera de
arma.) Ya sabía yo que no estábamos solos. (Con miedo.) ¡Quien es!
¡Salga...salga ya mismo o le
reviento la
cabeza! Conmigo no van a joder...salga! (Toma coraje y entra.)
(Del otro extremo
aparece una mujer que junta las cartas dispersas en el suelo. Gardelito se
las quita y las va rompiendo de a una. Aparece Percy.)
LA MUJER:
¡Hijo de puta...son mis cartas! No tenés derecho. Te da bronca porque sos incapaz des escribir
algo lindo. Jamás hubiera podido guardar una carta tuya. (Llora juntando los
pedazos.) Hijo de puta.
PERCY:
Celoso, el hombre.
GARDELITO:
Gardelito no tiene celos. Y menos de estupideces.
PERCY:
La dama no cree que sean estupideces.
GARDELITO: No
es ninguna dama, es la mina de Gardelito, y la mina de Gardelito no tiene
porque andar con cartitas de otro.
PERCY:
Me llamo Percy Hill, no “otro”.
GARDELITO:
(Sacando el cuchillo) ¡ Me importa un carajo como se llame!
PERCY:
Guarde el arma que hay cosas que no se resuelven a puñaladas.
GARDELITO: Te
acobardaste, maricón.
PERCY:
(Saca un revolver.) No crea, don.
GARDELITO:
Arma de fuego, arma de cagones.
PERCY:
El cuchillo es para carnear vacas.
GARDELITO: ¡Vaca será tu madre!
LA MUJER:
¿Son estúpidos, ustedes? ¿No saben otra cosa que pelear? ¿ No se dan
cuenta de lo que esta pasando? ¡Todo se derrumba y ustedes siguen con sus
chiquilinadas!
GARDELITO: No
grite. Usted bien sabe que si alguien le falta, aquí estoy para defenderla. el
fierro esta para eso.
LA MUJER:
Todo se derrumba, Miguel.
PERCY: Quizás no haya mas remedio
que aceptar la realidad...y nosotros
estamos fuera de
ella. No somos mas que humo. Quizás está llegando el
viento que viene
a dispersarnos.
LA MUJER:
No. A mi no me van a arrear con el poncho.(Junta las cosas y las va
guardando en el baúl.) Mis cosas son mis cosas y mi lugar es mi lugar. Yo voy a
defenderme. No se como, pero no se la van a llevar de arriba. Ustedes hagan lo
que quieran.
GARDELITO:
Decime donde hay que enterrar el fierro y te aseguro...
LA MUJER:
Nunca vas a entender, Miguel.
GARDELITO:
Gardelito...
LA MUJER:
Miguel Arrieta. Así te llamás. Yo te puse Gardelito. ¿O ya te olvidaste?
PERCY:
Somos humo, y el humo se esparce en el aire...Hay que aceptarlo.
LA MUJER:
¿Te acordás de este vestido, Percy? Vos me lo regalaste.
PERCY:
Me acuerdo.
LA MUJER: ¿Y
de estas cartas, te acordás? Esto no se esparce en el aire. Esto queda. Alguien
va a leerlas y se va a burlar. Alguien va a tirar este vestido a la basura o lo
va a usar para limpiar la mugre.
GARDEL: ¿
Que hay que hacer?
LA MUJER:
¿Que podés hacer vos? Si solo sabés amenazar con ese cuchillo y bailar.
Maravillosamente, eso si.
PERCY:
¿Y yo?
LA MUJER: ¿Vos?
Tampoco creo que sirvas de mucho, Percy. Tan caballero, tan de
humo...si ni el
humo de tus chimeneas pudiste defender cuando llegó el
momento. ¿Que podés hacer?
(Suena un tango tristísimo. Gardelito automáticamente
comienza a bailar hacia la
penumbra. Percy en un
rincón, mira. La mujer ordena y lee las cartas que quedaron sanas .
Entra una mujer madura semidesnuda, por detrás un muchacho.
La mujer toma un vestido
que quedó en el suelo y se lo pone lentamente.)
MUCHACHO: ¿Me tengo que ir?
LA MUJER:
No está bien que un chico ande en la calle a estas horas.
MUCHACHO: No
soy ningún chico y quiero quedarme.
LA MUJER:
No. No sos un chico...pero es
mejor que te vayas.
MUCHACHO: Fue
mi primera vez.
LA MUJER:
(Lo acaricia.) Sos tan hermoso...ya se que fue tu primera vez.
MUCHACHO: Me
sentí muy raro...es distinto de como me lo había imaginado.
LA MUJER:
¿Y como te lo habías imaginado?
MUCHACHO: No
se...distinto. Los muchachos me habían contado que con las ...con ustedes era
mas...no se...mas frío.
LA MUJER:
Es que yo soy una puta caliente, muchachito.
MUCHACHO: No.
Usted no parece ...
LA MUJER:
Parezco puta y soy puta, hijo...Tenés una mirada hermosa, limpia. Es una
lástima, con el tiempo se te va a ir
enturbiando. Debe ser eso lo que me enternece de los chicos como vos. La
próxima vez que vengas, tus ojos no van
a ser los mismos.
MUCHACHO: Tenía
mucho miedo.
LA MUJER:
Tenías miedo y pensabas que no ibas a funcionar. Que no se te iba a
parar y que yo me iba a reír.
MUCHACHO: Si.
LA MUJER:
Bueno, ya ves que no fue así.
MUCHACHO: No.
Fue muy lindo, señora.
LA MUJER: No me llamés señora.(Lo besa.)
Andate.
(Cuando el muchacho va a salir entra agitado, el vendedor.
Aun conserva la jarra en la
mano. Los personajes de la memoria están en distintos rincones
del patio, pero obviamente
el no puede verlos.)
EL VENDEDOR: Esta
todo cerrado. La puerta de atrás esta trabada con muebles. Las ventanas también
están clausuradas. ¿Que esta pasando aquí abuela? Usted no me engaña. Usted
sabe algo. Se queda ahí quietita en su sillón pero sabe algo...Yo no creo en
fantasmas. Aquí anda alguien. A mi no me joden. ¿Usted tiene herederos, abuela?
Si eso debe ser. Algún heredero que no quiere que se tire la casa abajo...pero
si aquí lo que vale es el terreno, la casa se esta cayendo, no tiene ningún
valor. (Grita como para que alguien, mas allá del patio, lo escuche.)Si quieren
negociar
hablamos, pero
que no se hagan los vivos porque conmigo
no se juega.¡No se juega! Cuentas claras conservan amistades. Yo tengo mi
trabajo y lo cumplo. Yo hago lo que tengo que hacer y si a alguien no le gusta
que me lo diga. ¡Pero de frente eh, de frente! (Espera respuesta.) ¡Que mierda
pasa aquí, abuela! Todo esta cerrado. Todo clausurado. ¿Y por donde salgo me
quiere decir? Yo tengo que volver a mi casa. Mi mujer me espera...bah! Mi mujer
no sé, pero las chicas si. Sobre todo la del medio, esa siempre me espera...La
puerta del frente...¡Que estúpido! La puerta del frente...(Ríe) Si entré por
ahí...Por un momento tuve miedo de no poder...Me puse nervioso. ¡Que
estúpido!(Levanta la muñeca, algún vestido, la palangana.) Adiós, vieja. Cuando
yo vuelva usted ya no va a estar, ni la casa. Adiós, gusto en conocerla.
(El vendedor sale. Se
escucha el violín del ciego que entra, la mujer
mas joven corre a
recibirlo.)
LA MUJER:
Eso es lo que está haciendo falta, un poco de música. Vamos a resistir
pero con alegría, carajo. Que no se diga que en este patio falta alegría. ¡Vamos! ¡A bailar todo el mundo! Que
nadie piense que la lucha es tristeza!
(La música suena alegre. Lentamente los personajes del
patio se van animando. El general
ha vuelto. También Plácido y los otros que conforman la
confusa memoria de La Maga.
Algunas mujeres son ella misma en distintas épocas.)
UNA MUJER: Venga, general, baile conmigo. Antes de
la batalla no tiene porqué estar triste.
EL GENERAL: ¿Que
batalla?
LA MUJER:
La que se va a librar en este patio y que usted va a comandar. ¡Baile general...baile! Va
a ser una batalla hermosa, llena de fervor y coraje... y la vamos a
ganar...¡Baile general!
(Los personajes bailan solos o en parejas, cubriendo todo
el patio. El ciego se mueve entre
ellos mientras toca. La Maga parece dormitar.)
EL CIEGO: Aquí están los que no son,
aquí bailan los
que han sido.
Arena que no
arrastra el río,
con ellos no
puede el olvido.
OTRA MUJER:
(Baila con Plácido.) Eso es, poeta, baila, alegrate y cambiá esa cara.
PLACIDO:
Es que estoy preocupado, muchacha.
LA MUJER:
¿Por...?
PLACIDO: Nadie contesta, ni escritores, ni
plásticos, ni las fuerzas vivas de la
ciudad. y que conste que a todos les he
mandado el manifiesto.
LA MUJER:
¿Y que esperabas, Plácido? ¿Que alguien se comprometa con los pobres
sueños de una puta que no se puede morir? Bailá poeta y olvidate de tus
escritos.
PLACIDO: Hay que seguir intentándolo, alguien tiene
que contestar.
LA MUJER:
Ya no hay mucho que hacer, solo esperar la batalla final.
PLACIDO:
Me niego. Si hay una batalla tiene que ser la de los hombres sensibles.
Nuestra fuerza no puede ser la fuerza...¡Pare la música! ¡Escuchen, escuchen
todos!
(El ciego hace silencio. Los bailarines se detienen.
Plácido sube al baúl.)
PLACIDO:
(Un tanto sorprendido por el efecto logrado.) ¡Amigos...queridos amigos!
Hace años que vagamos entre estas paredes, tantos que algunos de nosotros somos
solo tenues, borrosas sombras. Pero aquí estamos, resistiendo. Quizás
impúdicamente mezclados los transparentes, los borrosos, con los que aún tienen
alguna consistencia, pero estamos. Propongo dejar testimonio de nuestra
existencia. Propongo escribir cartas que serán como botellas al mar, cartas que
alguien, alguna vez...
GARDELITO: (Lo
baja de la solapa, cuchillo en mano.) ¡Así que vos también sos de las cartitas!
Escribir...Te voy a escribir mis iniciales en la cara para que se te vaya la costumbre de mandarle cartitas
a la mujer del prójimo.
UNA MUJER:
Dejalo, Miguel. ¡Guardá el cuchillo! Lo dicho, nunca vas a entender
nada. Mirá, poeta, vos tenés hermosas ideas, pero inútiles. Esta es tierra de
hombres sin memoria. Los hombres de estos pagos no entierran muertos, entierran
sueños. Los tapan bien y siguen andando.
GARDELITO:
Viviendo.
LA MUJER: No, no viven, duran. Se les forma
una costra en el alma y duran hasta
que el de arriba
diga basta.
(Un hondo silencio los ha ganado. El ciego apoyado en una
columna, desafina una melodía
triste y melancólica)
UN MUCHACHO: Yo no
quiero una batalla mas, pero si hay que pelear, se pelea. Yo quería ser el
recuerdo de otros, quería existir en otros sitios, pero me fui borrando. Estuve
durante un tiempo en los sueños de mi madre. También vagué por una plaza donde
solía encontrarme con mi novia...pero me fui borrando, esfumando. Ahora solo
soy aquí, donde un gesto de la vieja Maga me hizo quedar...en este patio.
(Pausa) Que sea hasta que ella quiera. Que no venga cualquiera a derrumbar
estas paredes y empujarnos al olvido. ¡Si hay que poner el pecho se pone!
LA MUJER:
(Lo besa.)¡ Mi muchacho...!
PERCY:
Lo que tenga que ser, será. Hay
cosas contra las que no se puede luchar. Para que lo nuevo venga, lo viejo
tiene que morir. ¿Qué cobijan estos muros? Mirense. ¿Que son...? ¿Que somos?
Sombras. Hilachas de sueños que no se cumplieron. Miserias que la historia
esconde. ¿Porque creen que estamos todos juntos aquí? ¿Porque existimos aquí, absurdamente
mezclados, solo retenidos por algún insignificante gesto que nadie recuerda...?
O lo que es peor , por la resistencia al olvido que tienen nuestros fracasos.
PLACIDO:
Quizás solo eso justificó nuestra
existencia, don. El pequeño gesto que ya nadie recuerda o el fracaso que ocultamos a todos, pero que
aquí sobrevive.
UNA MUJER:
Y por eso hay que bailar...porqué en esta tierra de olvidos, seguimos
resistiendo...¡Vamos...a bailar, que no nos gane la tristeza!
(El clima de fiesta
retorna lentamente, alentado por las mujeres. Solo Percy y Gardelito
permanecen en sendos rincones, en silencio. Pañuelos se
agitan al aire. El violín suena
estridente, pero todo es interrumpido por el estrépito de
la palangana de bronce que El
Vendedor arroja a los pies de La Maga.)
EL VENDEDOR:
Todo esta cerrado, no hay por donde salir...¿Como no me di cuenta antes
de que vos eras la culpable de todo? ¡Vieja bruja! ¡Gorda puta! ¿Porqué me
hacés esto? Yo quiero salir...necesito
salir. A mi me esperan, yo tengo una vida fuera de aqui...¿Por qué, vieja? ¿Es por la casa? ¿No te das cuenta que todo
se derrumba...Qué todo se viene a la mierda? ¿Que en cualquier lugar vas a
estar mejor? ¡Contestá, carajo!...Vieja bruja...¿Como lo hacés? Vamos,
decime...¿Te crees que a mi me vas a meter miedo? No, señora, no. Estás muy
equivocada...(Transición) ¿Es por la casa,no? ¡Quedate con la casa! ¿Vos te
crees que a mi me gusta este trabajo? ¿Te crees que me gusta andar sonriendole
a unos estúpidos con plata para que compren tu pocilga? No, claro que no...
pero alguien lo tiene que hacer. Yo gano mi platita y además te beneficio a vos
y a mucha gente que ya no soporta estas ruinas...¿O es por tus cosas? ¡Mirá lo que hago con tus cosas! (Le arroja
encima las joyas que llevas en los bolsillos.) Y tu muñequita...¡Mirá lo que
hago con tu muñequita! (La va destrozando y arroja los pedazos sobre La Maga.)
¡No te tengo miedo, gorda...no te tengo miedo!
(La Maga saca de entre sus ropas el viejo revolver y
dispara. El vendedor cae lentamente y
es recibido por los otros personajes que lo levantan sobre
sus cabezas y lo sacan como en
una procesión. Por
detrás va el ciego haciendo sonar su violín. )
LA MAGA: Bailá , Gardelito...bailá para
mi.
(Lento un tango inunda el patio. Gardelito baila y luego de
unos instantes, baja la luz.)
FIN
RAFAEL
F. NOFAL
DNI
8.395.995
Pje.
Alvarez Thomas 2369
Tucumán
– Rep. Argentina
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