domingo, 20 de febrero de 2011

Teatro en Tucumán 1958-2001 (Una Mirada)

EL TEATRO EN TUCUMAN (1958-2001)







UNA MIRADA











Lo estético nunca esta desligado de lo ideológico



Los años sesenta son sin duda fundamentales a la hora de historiar los procesos de evolución de las actividades creativas en el mundo occidental ya que es una década de profundos cambios, de aparición de nuevos paradigmas, de quiebre de una línea de pensamiento motorizada por los Estados Unidos, que a partir de la finalización de la segunda guerra mundial se arroga la función de gendarme del mundo y es desde ese país desde donde se dictan los postulados estéticos e ideológicos que han de regir en el bloque de naciones que por entonces lideran férreamente. Por supuesto que nuestro país y por ende nuestra provincia no estaban ajenos a estos avatares mundiales. Pero fijemos la mirada en el desarrollo de la actividad teatral de nuestra provincia para ver de que manera se reflejaban en ella estos acontecimientos, teniendo en cuenta, claro está, las particularidades de la actividad y las singularidades de Tucumán.



A los fines de ordenar este trabajo, hemos creído conveniente acotar el período a estudiar entre los años 1958 y 2001, dividiéndolo además en cuatro etapas: 1958-1975, 1975-1983, 1983-1990 y 1990-2001.











PRIMERA ETAPA (1958-1975)







Como podemos ver este es el período mas largo. Va desde el gobierno de Frondizi hasta el comienzo del “Operativo Independencia” en nuestra provincia. Tomo el año 58 como comienzo de esta etapa porque suceden este año dos hechos trascendentes: 1.-La Universidad Nacional de Tucumán, bajo el rectorado de Eugenio Flavio Virla decide involucrarse abiertamente en la actividad teatral de la provincia y a pedido de la Federación de Teatros Independientes, pomposo nombre que nuclea a unos pocos y esforzados grupos que sostienen la actividad escénica, crea mediante resolución del Honorable Consejo Superior, un Seminario de Teatro, contratando como director y docente a Alberto Rodríguez Muñoz y como profesora a Lía Gravel. Además implementa un taller de escenografía contratando para ello a Luís Diego Pedreira. También ese año la UNT organizó el primer Simposio de Directores Escénicos Latinoamericanos. 2.- Se crea en la provincia el Consejo Provincial de Difusión Cultural (en adelante CPDC), ente autárquico que manejaba sus propios fondos (provenían de un pequeño porcentaje de lo que producían los juegos de azar manejados por el estado) y planifica con autonomía sus actividades. Estos dos hechos son impulsados por Julio Ardiles Gray, poeta, dramaturgo y fundamentalmente hombre preocupado por la cultura de su provincia, nacido en Monteros. Estaba por comenzar una etapa brillante en la actividad teatral de Tucumán. En el mes de marzo del año 1959, Rodríguez Muñoz con sus alumnos del Seminario de Teatro de la UNT, monta “El Abanico” de Carlo Goldoni en el Teatro San Martín como finalización del mismo. Inmediatamente Ardiles Gray al frente del CPDC decide crear el Teatro Estable de la Provincia que menos de un mes después de este estreno, el 28 de Abril, pone en escena “El Casamiento” de Nicolai Gogol, con el mismo director y gran parte del elenco de la obra anterior, que se incorpora así, a las filas del primer teatro oficial de la provincia y del interior del país. Vemos aquí una actitud de evidente colaboración entre el estado provincial y la UNT que mas tarde se convertiría en competencia a veces malsana e improductiva. Ese mismo año el CPDC contrata a Armando Discepolo que monta “En Familia” de Florencio Sanchez y a Eugenio Dittborn Pintos (Chileno, de gran renombre en ese momento) para dirigir “La Cocina de los Angeles” con el elenco oficial. Ambos espectáculos son elogiados por la prensa por su calidad y profesionalismo. Es evidente que la llegada de Rodríguez Muñoz, Dittborn, Discepolo impulsan además un salto de calidad en los trabajos de los grupos independientes. Ese mismo año el Teatro Independiente EL CARDON monta “El amor de los cuatro Coroneles” de Peter Ustinov e inmediatamente se convierte en NUESTRO TEATRO, ya con esa denominación pone en escena “A puerta cerrada” de Jean Paul Sartre, ambos montajes bajo la dirección de Guido Parpagnoli, otro de los grandes promotores de la actividad cultural de la provincia. Tengamos en cuenta que la obra mencionada había sido estrenada muy poco tiempo atrás en Francia.



El puntapié inicial había sido dado. Uno de los momentos mas importantes del teatro de Tucumán estaba comenzando. Al año siguiente, 1960, el Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras crea el TUDEFYL (Teatro Universitario de Filosofía y Letras) y contrata a Roberto Espina, mimo y especialista en expresión corporal, allí dan sus primeros pasos teatristas que marcarían las dos décadas siguientes, como Selva Cuenca u Orlando Juarez (Orlando Galante) solo por citar a algunos. Todo era efervescencia, los estrenos se sucedían. El Teatro Estable era la nave madre del movimiento que estaba comenzando, lo acompañaban aunque con recelo, los grupos independientes encabezados por NUESTRO TEATRO, al que le seguían TEATROARTE, liderado por Jorge Saad, TALLER DE TEATRO conducido por Luis Belló y Martha Zelaya y otros de producción esporádica como EPSILON o GESTOS TEATRALES.



No se puede dejar de mencionar que este movimiento tuvo su correlato en algunas ciudades del interior como Tafí Viejo, Concepción, Monteros, Aguilares, Lules o Bella Vista, donde comenzaron a surgir grupos de esforzados teatristas que recibían ocasional apoyo de su municipalidad, Baste citar a Edith Sesma de Aguilares, Alberto Díaz en Bella Vista, Mario Arreyes en Tafí Viejo o Jorge Alves en Lules. También se hace necesario mencionar el auge del radioteatro que desde mediados de los años cincuenta se había asentado en la región, estimulado por la potencia de las dos emisoras que lo transmitían: LV 7, Radio Tucumán y sobre todo LV 12 Radio Independencia. Este género, de gran popularidad, sobre todo en el interior y en los barrios de la capital, tenía sus propios códigos y un público fervoroso que había convertido a los “cabezas de compañía” en auténticos ídolos: Recordemos algunos nombres como Armando de Oliva, Jaime Kloner, Alfonso Gomez Delcey o Ricardo Jordán. Entre los textos que se emitían por radio y luego se representaban en los mas insólitos escenarios, pueden citarse: “El Leon de Francia” y “El Rubio Millan” de Adalberto Campos, “Nazareno Cruz y el Lobo” de Juan Carlos Chiappe o “La Danza de la Gitana” de Héctor Bates. Excede los márgenes de este trabajo el análisis de la clara dicotomía existente entre “teatro culto” y “teatro popular” o sea entre el esforzado trabajo de los te atristas de las ciudades con una limitada respuesta del público y los actores de radioteatro que reunían multitudes en donde actuaban, pero no podemos dejar de mencionarla ya que esta división existente supera el marco de lo histórico-teatral para instalarse en los límites de la sociología y la antropología.



En los años que siguieron nunca hubo menos de diez estrenos en San Miguel de Tucumán, lo que la convertiría durante mucho tiempo en la segunda plaza teatral del país. En 1961 por primera vez dirige Boyce Díaz Ulloque en la provincia, con “El Tiempo y los Conway” de Priestley y el Teatro Estable. Hacía así su aparición un hombre de teatro que hasta 1979 hizo aportes fundamentales a la escena tucumana y del que mas adelante hablaremos. En NUESTRO TEATRO continúa dirigiendo Guido Parpagnoli y comienza a aparecer primero como actor y luego como director el nombre de Oscar Quiroga. En este grupo precisamente, en el año 1963 se pone en escena “La Cueva de Salamanca” de Miguel de Cervantes con dirección de Rosa Avila, actriz, gestora y motor del grupo y puesta en escena de Raúl Serrano, quien años mas tarde se convertiría en maestro de actores de reconocimiento internacional. El año anterior había dirigido en este grupo “El hombre, la bestia y la virtud” de Pirandello; Alfredo Fenik, que volvía a su provincia luego de cursar el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Ethel Gladys Zarlenga, que seguía dirigiendo el TUDEFYL, puso en escena en 1964 “Doña Rosita la soltera” y ese mismo año TEATROARTE ponía en escena “Eran diez indiecitos” de A. Christie bajo la dirección de Bernardo Roitman, teatrista mendocino que hasta 1976, aportó a Tucumán su talento como director y docente teatral. El, junto a Boyce Díaz Ulloque y Oscar Quiroga, serían los referentes de los años que vinieron. En 1963, el por entonces rector de la UNT, Eugenio Flavio Virla, encomienda a Diaz Ulloque, el dictado de un curso de teatro que en el año siguiente da como resultado la puesta en escena de “La Casa de Bernarda Alba”, con los alumnos del curso de actuación como actores y bajo la dirección de José María Bruguera, alumno del curso de Dirección. Había nacido el TEATRO UNIVERSITARIO de Tucumán.



Un detalle a señalar es que en este primer lustro de los años 60, como se desprende de los títulos que aquí mencionamos y a los que podríamos agregar muchos mas, no había una excesiva preocupación en la elección de obras o autores a representar, ni en los elencos oficiales, ni en los independientes. Saltaban de Noel Corward a Figueiredo, Lorca, o Agatha Christie a Bernard Shaw sin ningún prurito ideológico. Si, había un cuidado importante en la elaboración estética de los espectáculos: escenografía, iluminación, vestuario eran aspectos atendidos con particular esmero. Julio Cesar Augier y Alberto Lombana en los elencos oficiales y Ernesto Dumit y Carlos Kirschbaum en Nuestro Teatro son los que aportan su indudable capacidad en estos rubros.



El segundo lustro de los años sesenta encuentra al teatro tucumano con dos elencos oficiales: Teatro Estable de la Provincia y Teatro Universitario, algo absolutamente inusual en el país, y varios grupos independientes. Esto da como resultado que en 1966 hubiera mas de dieciocho estrenos solo en la capital, entre los que pueden mencionarse a “Cristóbal Colon” de Nikos Kazantzakis dirigido por B. Díaz Ulloque, con el Teatro Universitario, “El Burgues Gentilhombre” de Moliere por el Teatro Estable bajo la dirección de Eugenio Dittborn Pintos o “Picnic en el campo de batalla” de Arrabal por el grupo Nuestro Teatro ya bajo la dirección de Oscar Quiroga.



Pero 1966 es también año de un nuevo golpe de estado en nuestro país. El 28 de Junio de 1966 un levantamiento militar derroca a Arturo Illia y al día siguiente asume el Gral. Juan Carlos Onganía. En Tucumán, Lázaro Barbieri fue reemplazado por el Gral. Delfor Otero, comandante de la V Brigada de Infantería quien fuera reemplazado luego por el Gral. auditor, Fernando Aliaga García. El 22 de Agosto de 1966 el gobierno Nacional de Onganía declara la intervención total de numerosos ingenios. Las fábricas fueron intervenidas por comandantes de infantería. Con la ley 16.926 se inicia el proceso que llevaría al cierre de 28 fábricas azucareras. Mas de doscientos mil campesinos tucumanos debieron emigrar. En LV 7 y LV 12, radios pertenecientes en esa época, a cadenas oficiales, fueron prohibidas las emisiones de radioteatro, por ser considerados “chabacanos”, pero además por las reacciones que en el público producían obras como “El León de Francia” o “Juan Moreira”, los censores habían prohibido también la emisión de numerosos temas musicales. El interior se fue despoblando y el teatro popular y el circo criollo, (aquel de primera parte: circo y segunda parte: teatro) comenzaban su lento proceso de muerte.



Mientras tanto, la que se dio en llamar en algunos círculos “época de oro” del teatro en Tucumán seguía su marcha casi sin acusar recibo de lo que estaba sucediendo, es que en verdad era un teatro hecho por actores surgidos de la clase media culta, de extracción universitaria, para un público de la misma procedencia y cuya preocupación fundamental parecía ser estar “a tono” con lo que se hacía en los grandes centros de poder, cuidando siempre el buen gusto. Analicemos pues la cartelera de los tres o cuatro años siguientes: No hay comedias livianas y subidas de tono como en el teatro comercial porteño, pero si comedias elegantes como “Tres sobreros de copa” de Miguel Mihura que dirige Roitman para TALLER DE TEATRO en 1967 o “Propósitos y verdades” de Noel Corward, que Jorge Saad dirige para TEATROARTE. En general las obras mas exitosas eran las de autores de renombre en el concierto mundial como “El abanico de Lady Windermere” de Oscar Wilde (1968), “El Cepillo de Dientes” de Jorge Díaz (1969) o “Wozzeck” de George Büchner (1970) del Teatro Universitario dirigidas todas por Boyce Díaz Ulloque, “Arsénico y encaje antiguo” (1969) “La Dama del Maxim” (1970) o “Dos viejos pánicos” de Virgilio Piñera (1970), las tres dirigidas por Bernardo Roitman para el Teatro Estable de la Provincia. Aquí podemos observar que a partir de su fundación y salvo alguna excepción el Teatro Universitario estuvo dirigido por Diaz Ulloque, que también hizo la selección del repertorio y fijó la línea estética que este elenco tendría, lo que lo convierte en el responsable máximo de los vaivenes ideológicos de este organismo artístico dependiente de la UNT. Algo parecido sucede con Bernardo Roitman en el Teatro Estable de la Provincia, aun cuando no fuera el exclusivo director del elenco, ya que se contrataban esporádicamente otros directores. Roitman, en el año 70 puso en marcha el Conservatorio Provincial de Arte Dramático sobre las bases que sentaran Salvador Santangelo y Maria Esther Fernandez el año anterior. La tarea de formación allí desarrollada por importantes docentes, algunos del medio y otros contratados al efecto, dio como resultado una generación de teatristas aun hoy en plena etapa productiva entre los que pueden contarse a Susana Santos, Jorge de Lassaletta, Teresita Terraf, Pedro Sanchez, Jorge García, Rolo Andrada, Nelson Gonzalez, y quien suscribe estas líneas, entre otros.



Contextualicemos ahora el quehacer teatral tucumano de la época; brillante desde la recepción del público, ya que se hacían temporadas de alrededor de tres meses con funciones de jueves a domingos, algo hoy impensable; pero…¿que estaba pasando en el ámbito sociopolítico? En el año 68 se había instalado un grupo guerrillero en la localidad de Taco Ralo. En mayo de 1969 se produce el primer “Tucumanazo” y en noviembre del 70 el segundo. Estos estallidos estudiantiles y obreros denunciaban el alto grado de politización del estudiantado universitario y de las agrupaciones gremiales provinciales encabezadas por la FOTIA, el gremio por entonces mas poderoso de la provincia. Esta actividad política tiene su correspondencia en los repertorios de los elencos de mayor producción en la época. El último lustro que compone esta etapa (70-75) encuentra a los escenarios tucumanos en fervorosa producción y comienzan a aparecer títulos como “El Avión Negro” (obra que habla sobre la vuelta de Perón) de German Rozenmacher y otros, que fuera dirigida por Jorge Alves (1971). “María busca trabajo” de Oscar Quiroga (1971), “Madre Coraje” de B. Brecht, “Los días Nuestros” de Quiroga, todas dirigidas por el mismo. NUESTRO TEATRO grupo que a la muerte de Guido Parpagnoli había quedado a cargo de Quiroga se revela como el de mayor grado de politización, mientras aparecían otros grupos de esporádica producción como EL GALPON que bajo la dirección de Hugo Gramajo puso en escena “Esperando al Zurdo” de Clifford Odets en el año 1973. Gramajo era otro tucumano que regresaba después de un período de formación en Buenos Aires. En 1973 el Teatro Universitario estrena lo que sería el mayor éxito de toda su existencia: “El Hombre de la Mancha” de Dale Wasserman que con la actuación de Ricardo Salim, Carlos Olivera y María Angelica Robledo, encabezando un numeroso elenco dirigiera Díaz Ulloque. Durante los años 74 y 75, últimos de esta etapa y mientras la violencia ganaba las calles, el Teatro Estable ponía en escena “La Fiaca” de Talesnik (1974) “Ha llegado un Inspector” de Priestley (1975) ambas dirigidas por Carlos Olivera o “Tartufo” de Moliere dirigida por Roitman, mientras el Teatro Universitario continuaba dando funciones de “El Hombre de la Mancha” y estrenaba en el 75 “Anfitrión” también de Moliere. Como podemos ver una cosa era lo que pasaba en los escenarios y otra en las calles. Las tristemente célebres AAA habían comenzado a actuar, “Montoneros” grupo armado de raigambre peronista y “ERP” (Ejército Revolucionario del Pueblo) de ideología marxista, enfrentaban a las bandas parapoliciales, primero en las calles de la ciudad y luego al ejército en los montes de Santa Lucía y otras zonas pedemontanas. Perón había muerto y una débil Isabel Martinez, manejada por José Lopez Rega ordenó “aniquilar la guerrilla” como rezaba textualmente el decreto que firmó. Esto abrió las puertas para la mas feroz represión político-militar de la que la provincia tenga memoria. Atrás quedaban años de bonanza cultural y un movimiento teatral con una respuesta de público excepcional en el interior del país. Una etapa de oscurantismo estaba comenzando.











SEGUNDA ETAPA (1976-1983)







Si bien hasta 1975 se podía de alguna manera leer en algunos montajes una suerte de metaforización de la realidad en que se vivía, como en “Montserrat” de Emanuelle Robles bajo la dirección de Alves y Roitman o “La grieta y el pozo” de Manuel Maccarini bajo su dirección, montajes que se realizaron ambos en el Teatro San Martín; a partir del 76 y salvo honrosas excepciones de las que ya hablaremos, esto no sucedió. El 24 de marzo asumió el general Antonio Domingo Bussi como interventor de la provincia ejerciendo simultáneamente funciones de comandante de la V brigada de Infantería. Esta asunción vino precedida, en especial en la noche entre el 23 y el 24 de numerosos asesinatos de líderes de organizaciones gremiales y estudiantiles, lo que preanunciaba la dureza de los años que vendrían. Toda la actividad cultural se retrajo. Un destacamento del ejército tomó las instalaciones en las que funcionaba el Conservatorio de Arte Dramático y lo cerró para siempre. Con la desaparición del Conservatorio, debió dejar la provincia su director y creador, Bernardo Roitman, que pasó a integrar una temida lista de personalidades que no podían trabajar en ningún organismo estatal o que tuviera alguna relación con el estado, decretándose así una especie de muerte civil. Durante 1976 las puestas que se destacaron fueron “El Oro y la Paja” una livianísima comedia de Barillet y Gredy puesta por Boyce Díaz Ulloque con el Teatro Universitario y “El Cuarto de Verónica” un policial de Ira Levín, dirigido por Carlos Olivera. NUESTRO TEATRO recurrió a los “Café Teatral”, trabajos de creación colectiva a los que finalmente Quiroga daba forma escénica, para sobrevivir y mantener su pequeña sala ubicada en Entre Ríos 109. Por supuesto, volvió a prohibirse el radioteatro y se cortaron las giras por el interior, desapareciendo casi definitivamente los circos criollos. El año 1977 fue también el de la clausura definitiva del Consejo Provincial de Difusión Cultural, aquel organismo que fuera ideado por Julio Ardiles Gray y que durante casi dieciocho años impulsara el movimiento cultural de la provincia. La actividad en las ciudades del interior se redujeron al mínimo, desaparecieron las salas que con mucho esfuerzo se habían equipado en Aguilares, Alberdi, Monteros, Concepción, Lules y Famaillá. En San Miguel de Tucumán los estrenos aparecen mas espaciados, la actividad independiente es mínima y comienza en el Teatro Estable una etapa (76-84) en la que es dirigido exclusivamente por Carlos Olivera. En 1977 estrena “Testigo de cargo” de Agatha Christie y “El si de las niñas” de Fernandez de Moratín. 1978 es el año del mundial de futbol, de poco público en las salas y de los casi desesperados intentos de Díaz Ulloque por sostener la existencia del Teatro Universitario: en 1978 montó en la facultad de Filosofía y Letras “El Tamborín de Damasco” de Motoyiko “a la manera de” el teatro NÔ japonés y “El diario de un loco” de N. Gogol, protagonizado por Ricardo Salim y dirigido por Mercedes Sombra además de otras tres piezas, pero su suerte estaba echada; en 1979 realizaría el montaje de “Play Strimberg” de Durrenmatt en el Teatro de la Paz que significó la última puesta del TU y la despedida de Díaz Ulloque. Las autoridades universitarias designadas por la dictadura, no tolerarían en las filas de la UNT a este polémico hombre de teatro y con su partida cerró sus puertas un organismo, que como el CPDC en la provincia, hizo aportes fundamentales al quehacer teatral tucumano y que como aquel, no volvió a reabrirse. También en el año 78 el grupo ACTORES TUCUMANOS ASOCIADOS (ATA) bajo mi dirección montó “En Familia” de Florencio Sanchez en la sala de la Biblioteca Sarmiento que se reincorporó así, a la actividad teatral del medio. Este grupo, formado por egresados del Conservatorio y discípulos de Roitman, había comenzado sus actividades en el año 74 con “La Familia Colorín” una obra para niños, en el 75 hizo “Esto Somos” en el patio de la “Casa de Matienzo”, en el 77 “Final Feliz” en la sala Orestes Caviglia, ambos bajo mi dirección. Este elenco montó por lo menos una obra por año hasta su desaparición en el año 1984. El grupo A.T.A. y NUESTRO TEATRO fueron los que sostuvieron la actividad teatral independiente durante los duros años de gobierno militar.



El 6 de diciembre de 1977 y concluido el “Operativo Independencia”, el general A.D. Bussi fue reemplazado por el general de brigada retirado Lino Domingo Montiel Forzano, quien se dedicó a mostrar la cara mas “amable” del gobierno militar impulsando algunas actividades artísticas. Se construyó entonces en el 79 el Teatro Paul Groussac en Alberdi 71 para estrenar allí “Mi Bella Dama” de Lerner y Lowe con el elenco del Teatro Estable de la provincia encabezado por Rolo Andrada, Juan Carlos Di Lullo, Viviana Pereyra y Carlos Olivera, también a cargo de la dirección. Esta comedia musical se constituyó en el gran éxito de esos años, permaneciendo en cartel por casi tres temporadas, también en el 79, Olivera estrenó en el teatro Orestes Caviglia, “El Conventillo de la Paloma”, otro gran suceso de público. Con la primera obra se hizo temporada en Buenos Aires y con la segunda en Córdoba, lo que las convierte en representantes del teatro tucumano de entonces, fuera de los límites de la provincia. Mientras, NUESTRO TEATRO estrenaba “El Guiso Caliente” (79) y “La María superchou” (1980) y el grupo ATA “¡Me cach’en dié!”(79) y “A la ronda ronda” (80).



En 1979 se produce un hecho inusual, sobre calle 9 de julio, frente a la plaza Irigoyen, se inaugura el Teatro de la Paz, emprendimiento impulsado por el empresario y actor Lito Socolsky. Allí se recibieron en un principio espectáculos de Buenos Aires. Pronto se hizo cargo de la sala la actriz Norah Castaldo y estrenó “Sortilegio de Amor” (1979). Ciclos de cine, exposiciones y diversos estrenos dieron vida a este teatro. En el año 1981 y mientras se representaba “Viejo Mundo” de Arbuzov con Torres Garavat y Castaldo en los roles protagónicos y dirección de Ricardo Salim fue quemado por desconocidos, luego de varias amenazas de grupos parapoliciales. Recordemos que en ese mismo año y antes del comienzo de Teatro Abierto, se había incendiado el Teatro “El Picadero”, en Buenos Aires. Los grupos ATA y NUESTRO TEATRO habían empezado con la tarea de formación de nuevos teatristas, además de la producción de espectáculos y esto pronto dio sus frutos con los estrenos de “Y ahora estoy aquí” (ATA 1982) y “La Edad del Pavo” (Nuestro teatro 1982). La dictadura estaba en el final, la desatinada guerra de Malvinas fue su certificado de defunción.











TERCERA ETAPA (1983-1990)







Es evidente, con el advenimiento de Alfonsín en el Gobierno Nacional la euforia que se produce en todo el país por la recuperación de la democracia y que tiene su evidente correlato en la actividad cultural. En la provincia, el quehacer teatral, que ya el año anterior había evidenciado un crecimiento, mostró un importante incremento cuantitativo y cualitativo. La oferta de espectáculos prácticamente se triplicó y la vuelta al teatro del público joven se hizo evidente. Carlos Alsina y Gustavo Geirola que ya habían hecho una experiencia con obras propias en una pequeña sala del Hotel Metropol, volvieron en 1983 con “¿Me caso o no me caso?” de Alsina y “El despojamiento” de Gambaro dirigidas por Geirola en la misma sala con el grupo TEATRO DE HOY. También se agregan a la actividad independiente, el grupo PROPUESTA dirigido por Oscar Nemeth con el montaje de “El Señor Vizcachón” de Maccarini y Jorge de Lassaletta con el grupo TEATRO DEL TUCUMAN que en el 82 estrenó “Los Gemelos” de Plauto y en el 83 “La otra historia de los Acosta” propuestas renovadoras para el medio. Los días de la resistencia habían llegado a su fin, era hora de profundizar en las búsquedas estéticas.



El año 84 marca el final de dos grupos independientes: NUESTRO TEATRO, el mas importante en la historia de la provincia, que comenzara su actividad en los años 60 y ACTORES TUCUMANOS ASOCIADOS que bajo mi dirección pone en escena “Teresinha”, su último espectáculo en la mítica sala de Entre Ríos 109. También ese año se crea la Escuela de Teatro dependiente de la Facultad de Artes de la UNT, luego Departamento de Teatro. Recupera así la Universidad su rol docente y se transforma en un polo de formación de teatristas de todo el NOA.



En el año 85, Oscar Quiroga se hace cargo de la Dirección de Teatro de la Secretaría de Cultura de la Provincia y genera como sus acciones mas importantes el ciclo denominado “Teatro Libre” donde se dan a conocer futuros autores y directores al gran público y el “Teatrazo” un encuentro nacional de teatros callejeros que impulsó el movimiento de teatro popular de gran importancia actualmente en nuestra provincia. Rolo Andrada con el grupo ARMANDO DISCEPOLO ( “Un enemigo del Pueblo”, 84 y “El señor Galindez”, 85) y Enrique Ponce con TEATRO DEL NUEVO EXTREMO (“Torquemada”, 84 y “La chispa del Milagro” 85) hacían su aporte a la actividad independiente.



Señalemos también que habían regresado las emisiones de radioteatro con bastante menos repercusión en el interior de la provincia, es que ya cada casa, aun las mas humildes poseían un televisor como uno de sus bienes mas preciados y esto selló el lento final del género. Por otra parte hay que decir que la gran actividad teatral que antes de la dictadura se registrara en las ciudades del interior, no volvió a recuperarse.



Como puede deducirse del análisis de la cartelera de la época, hay muchos montajes que aluden a los duros años de la dictadura transcurridos y sus consecuencias, en ese sentido podríamos citar “Un enemigo del Pueblo” de Ibsen montada por el grupo ARMANDO DISCEPOLO, “Torquemada” o “La Cantata de Santa María de Iquique” dirigidas por Enrique Ponce, todas en el 84 y “Limpieza” de Alsina en el 85.



El segundo lustro de la década del 80 encuentra en plena etapa productiva a directores como Carlos Olivera y Oscar Quiroga, los que quedaron de la década del 70 luego de la partida de Díaz Ulloque y Roitman. Una segunda línea integrada por Rolo Andrada, Carlos Alsina y quien suscribe este trabajo, y comienza a aparecer una tercera generación de directores como Victor H. Cortez, Jorge Gutierrez, Oscar Nemeth, Pablo Parolo, Teresita Guardia etc. Señalo la aparición de directores porque son estos quienes impulsan la creación de grupos y de nuevos emprendimientos productivos. Esto trae como consecuencia el aumento de espectáculos y el enriquecimiento de la oferta con nuevas propuestas estéticas. También comienzan a asomar a partir del 87 las producciones de la por entonces Escuela de Teatro de la UNT con propuestas dirigidas algunas por sus docentes y otras por alumnos avanzados que hacen sus primeras experiencias, citemos como ejemplo a: “Entre Pícaros y Tontos”, dirección Juan Tríbulo, año 87; “Proceso Abierto”, dirección R. Nofal, y “Víctor en el País” dirección Bernardo Brunetti, ambas en el 88 o “Hay pueblos que saben a desdicha”, dirección Fabián Bonilla en el 89. Es importante recordar que durante un corto lapso, unos tres años, funcionó por impulso de la actriz Norah Castaldo que fuera nombrada Secretaria de Cultura de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, la Comedia Municipal, elenco rentado que con dirección de Jorge Alves o Fernando Arce quien se desempeñaba como actor o director realizó numerosas funciones en los barrios de la ciudad capital con obras de impacto popular. Estas funciones se realizaban en parroquias, centros vecinales o bibliotecas populares con entrada gratuita para el público del lugar. Esta plausible iniciativa terminó con la llegada de Fuerza Republicana al gobierno municipal.









CUARTA ETAPA (1990-2001)







La cuarta y última etapa, en la que hemos dividido el riquísimo período teatral de Tucumán que va del 58 al 2001, abarca la llamada “década menemísta”. El segmento anterior había sido el de el retorno a la democracia, el de la urgencia de “hacer”, el de la euforia, el de intentar decir desde el escenario las cosas que antes no se habían podido decir. Este que nos ocupa iba a ser a mi juicio, el de la consolidación del campo teatral tucumano con las características que lo hacen único en todo el interior del país. Este país, por entonces con pretensiones de primer mundo y con la mirada puesta en los centros de poder, actitud a la que no escapa el quehacer teatral. La década es momento de quiebres, de rupturas, de segmentación; el posmodernismo estaba llegando. La nación se piensa en regiones “viables o inviables”, la clase media, natural consumidora de teatro, se instala como la destinataria de los espejitos de colores que desde el gobierno se venden. Tucumán a pesar de no ser ya la privilegiada sede de la única universidad de la región, continúa siendo la capital cultural del NOA. Con estas condiciones dadas, se establecen en la ciudad los estratos teatrales de cualquier gran capital y que ya se vislumbraban en el lustro pasado: a) Un teatro oficial b) Un teatro independiente que incluye los grupos experimentales c) Un teatro comercial. Estos tres grupos van a ser alimentados por los egresados del Departamento de Teatro de la UNT que continua dotando de teatristas a todo el NOA. El Teatro Universitario y el efímero Teatro Municipal han desaparecido, solo queda como elenco oficial, el Teatro Estable de la Provincia que tiene como declarada finalidad, poner en escena aquellas obras que por sus altos costos u otras razones no fueran encaradas por los elencos independientes pero que dada su importancia debían enriquecer la cartelera. Aun cuando esto no fuera estrictamente así y muchas veces dependiera del humor del funcionario de turno, son evidentes los aportes de este elenco al quehacer teatral de la provincia: lo certifican puestas como “Las Brujas de Salem” dirigida por Olivera en el 90, “Los Compadritos” de Cossa en el 91, “Don Juan” de Moliere dirigida por J. de Lasalletta en el 93 o “Sacco y Vanzetti” de Kartún bajo mi dirección en el 95. Las obras que pueden inscribirse en el rubro “teatro comercial” están realizadas en general por elencos eventuales, es decir reunidos a los fines de hacer esa pieza y sin demasiadas intenciones de continuidad. Citemos: “La secreta obscenidad de cada día (Marx y Freud hacen show)” o “El año que viene a la misma hora” de Bernard Slade, ambas dirigidas por Carlos Olivera en el año 90, “Cantando los cuarenta” dirección Rolo Andrada o “Tus cuernos y los míos” dirección Ricardo Jordán, en el mismo año. Es interesante visualizar como en el elenco oficial también se programan textos de estas características sin tener en cuenta las pretendida finalidad “artística” que justifica la existencia de un grupo rentado y dependiente de la Secretaría de Cultura de la provincia, en ese sentido podemos citar textos como “Juancito de la Rivera” de Vacarezza y dirigido por Rodolfo Pacheco o “Spain’s Streap Tease” de Antonio Gala, ambas del año 92. En el rubro “Teatros Independientes”, estamento de límites difusos, se instalan desde aquellos grupos de clara actitud experimental como MARFIL VERDE que dirige Teresita Guardia (“El deseo atrapado por la cola” puesta del año 95), LA BAULERA grupo que lidera Jorge Gutierrez (“Caraselva” año 94) o MANOJO DE CALLES dirigido por Verónica Perez Luna (“Mirando la luna” año 94) solo por citar a tres de los muchos que se formaron, fundamentalmente a partir de las primeras camadas de egresados de la Licenciatura el Teatro de la UNT. También encontramos allí a grupos cuya preocupación es ofrecer montajes de cuidada elaboración, o textos importantes con un nivel profesional y sin tener como principal objetivo el éxito de boletería: “Borges, un rostro en el espejo” dirección de Hector Giovine 95, “El sueño inmóvil” de Carlos Alsina bajo su dirección, año 97 o “Los Lobos” de Agustoni dirigida por Jorge Alves en el 98. Por último señalemos que con la década aparece en el ambiente teatral tucumano la FUNDACION TEATRO UNIVERSITARIO, organización conducida por Ricardo Salím y que de alguna manera pretende ser la continuación del Teatro Universitario del que Salim formara parte; de este elenco podríamos citar montajes como “Nuestro Pueblo” de T. Wilder en el 91, “Despertar de Primavera” de Wedekind en el 94, “Bodas de Sangre” de Lorca en el 97 entre muchas otras.



Señalemos que esta etapa de consolidación, enriquecida por la aparición en el año 1998 de la Ley Nacional del Teatro y su órgano de aplicación, el Instituto Nacional del Teatro, encuentra al campo teatral tucumano con no menos de cincuenta estrenos anuales por temporada, distribuidos en los tres grupos a los que mas arriba hacíamos referencia.











A MODO DE CONCLUSIÓN







En algo mas de cuarenta años y contando con los hechos puntuales que me han permitido dividir estas cuatro décadas en cuatro etapas claramente diferenciadas, hemos podido ver como el quehacer teatral tucumano se ha sacudido su provincianía, ha superado la dura etapa de la dictadura militar y ha entrado en una fase de madurez que le permiten exhibirse en el concierto nacional como una plaza de características propias que cuenta con: A) Una importante corriente de público con fluctuaciones pero estable. B) Mas de diez salas privadas y cinco oficiales. C) Mas de veinte grupos estables de producción. D) Un elenco oficial de alto nivel. E) Una institución universitaria de formación de teatristas y F) Una recientemente promulgada Ley Provincial de Teatro que protege la actividad.



Quedan muchos temas a analizar y que se desprenden de este trabajo como por ejemplo, dar una mirada mas profunda sobre la actividad durante la dictadura, indagar acerca del ocaso del radioteatro y el circo criollo o investigar en detalle la trayectoria del Teatro Universitario y el porque nunca volvió a reabrirse, solo por citar a algunos. Son sin dudas temas apasionantes pero que exceden los modestos límites que para este ensayo nos hemos impuesto.-









Rafael Nofal























BIBLIOGRAFÍA BASICA









-“Tucumán es Teatro” Autores Varios – Instituto Nacional del Teatro- 2006.-



-“Historia de Tucumán” Carlos Paez de la Torre- Ediciones argentinas S.A. – 1983



-“Teatro de Identidad Popular” Manuel Maccarini- Instituto Nacional del Teatro- 2006



- Archivo propio.-

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