domingo, 20 de febrero de 2011

El Gorro de Cascabeles



                                              EL GORRO DE CASCABELES


                                                             De Luigi Pirandello



                                                       Versión libre de Rafael Nofal



La acción transcurre en un pueblo del interior de la provincia de Santiago del Estero. Mas precisamente en un salón en la casa de los Abdala, ricos comerciantes de ese pueblo.-


CARMEN: Supongo que ahora has de estar contenta. Otra familia y otras vidas arruinadas por tu culpa..


LA NEGRA: ¿Arruinadas por mí? Se las arruinan ellos solos m’hijita.

CARMEN: ¡Y claro! Vienes aquí a avivar el fuego.

LA NEGRA: Después de todo yo a vos no tengo que rendirte cuentas de nada.

CARMEN: A mi no, pero a Dios si le vas a tener que rendir cuentas.



LA NEGRA: A Dios, todos le vamos a rendir cuentas. Vos también. ¿O te crees que lavas tu conciencia diciéndole a la pobre señora: “Paciencia, ofrezca su dolor a Dios” cuando la ves llorar?




CARMEN: Una mujer tiene que ofrecerle su dolor a Dios.



LA NEGRA: ¡Ah! ¿O sea que si un hombre nos maltrata y nos humilla, hay que darle gracias a Dios?



CARMEN: No. Lo que digo es que hay que ofrecerle a Dios el sufrimiento. Somos mujeres...¿Por qué usar la fuerza con quien es mas fuerte que nosotras? ¿No es mejor andar con cuidado y atraer con dulzura al hombre, de vuelta a la casa?



LA NEGRA: Sí, claro. Por pensar así, a las mujeres nos tratan como a estropajos.



CARMEN: La señora no puede decir eso, porque el señor la trata como a una reina. Es un hombre serio, prudente, que la respeta y nunca le hace faltar nada.











BEATRIZ: (Que escuchó el final de la discusión.) Respeto y la casa llena. Pero eso a quien le importa cuando afuera pasan cosas vergonzosas. ¿Hay que hacerse la tonta con las cosas que pasan fuera de la casa?



LA NEGRA: Tiene razón, señora. Dígale, dígale a esta que fue usted la que me dijo: “Ayudame, Negra. Me han dicho que mi marido anda con otra, averiguá si es verdad.”



BEATRIZ: Si es cierto va a arder Troya. Todos se van a enterar de la clase de hombre que es.



CARMEN: ¡Por favor, señora!



BEATRIZ: A mi no se me traiciona así nomás. Va a saber quien soy yo.



LA NEGRA: Una casa donde han entrado los celos esta perdida, terminada....es un terremoto perpetuo. Si por lo menos hubiera hijos de por medio...



CARMEN: Esa es la desgracia...que no hay.



LA NEGRA: Entonces, ¿Por qué tiene que aguantarle cualquier cosa al marido? ¿Nada mas que por tener un hombre en la casa? No señora. Que escarmiente. Y con el, todos los hombres de este pueblo.



CARMEN: Sos una bruja.



BEATRIZ: ¿Mañana voy a poder sorprenderlos?



LA NEGRA: Como dos pajaritos en el nido. ¿A que hora llega su marido?



BEATRIZ: A las diez.



LA NEGRA: Bueno. A las diez y media van a estar juntos...Como dos palomitas van a caer. ¿El comisario es amigo suyo, no? Hable con él y a lo demás déjelo por mi cuenta...Dígame una cosa: Su marido antes de ir a Buenos Aires, ¿iba a pasar por Santiago?



BEATRIZ: Si. ¿Por qué?



LA NEGRA: No...por nada.



BEATRIZ: Usted, sabe algo. Dígamelo.



LA NEGRA: Es que me parece que le prometió traerle un regalo a la otra. De Santiago.



BEATRIZ: ¿Un regalo? ¿A esa?



LA NEGRA: Si...un collar.



CARMEN No sos una mujer... el mismo diablo sos.



BEATRIZ: Vaya a buscar al comisario, Carmen. Dígale que necesito hablar con él.



CARMEN: ¡Va a ser un escándalo, señora!



BEATRIZ: No me importa. Vaya.



CARMEN: Disculpe, pero ¿Ha pensado usted en el marido de esa... señora, en el pobre Champa?



BEATRIZ: Yo se lo que voy a hacer con el.



LA NEGRA: No hace falta hacer nada, señora. Ya va a ver. En cuanto su marido llegue y vaya al negocio, el Champa ese, va a encontrar cualquier pretexto para salir y dejarlos solos.



CARMEN: Usted esta loca. ¿Qué quiere decir? ¿Qué el Champa sabe todo y se calla?



LA NEGRA: Usted no sabe nada m’hija.



CARMEN: ¡Dos familias vas a destruir, bruja, dos!



LA NEGRA: Despertá Carmen. Abrí los ojos...o no la ves a esa con ropa cara, con anillos en los dedos. ¿Te crees que se compra todo eso con sus ahorros o con el sueldo del Champa? No seas inocente, hija. si siempre que el señor esta en el negocio, el anda en la calle de un lado al otro, con la boca abierta.









CARMEN: Porque lo mandan. Porque Champa será el encargado del negocio pero es un empleado...lo mandan. Además todo el mundo sabe que Champa es celoso y cierra con llave la puerta que da a la tienda, del departamentito en el que viven.



LA NEGRA: El cerrará, pero su patrón tiene otra llave.



CARMEN: ¡Señora, por favor, están por cometer una injusticia!



BEATRIZ: Basta, Carmen. Vaya a buscar al comisario. Y usted, por favor, dígale a Champa que quiero hablar con él.



(Carmen sale.)



LA NEGRA: Una sola cosa mas, señora. No hace falta que haga de esto una tragedia. Los hombres son así, débiles para las tentaciones de la carne. Con una buena lección es suficiente. Va a ver como vuelve mansito al corral.



BEATRIZ: Esta bien, vaya.



(Cuando La Negra sale, se cruza con Ramón, hermano de Beatriz que llega.)



RAMON: Hola. ¿Qué hacía esa mujer aquí?



BEATRIZ: Nada.



RAMON: Nada bueno, calculo. Donde esa anda, nada bueno puede pasar.



BEATRIZ: ¡Claro! Porque ella sabe todo lo que ustedes los hombres hacen...todas las porquerías de las que son capaces.



RAMON: Seguí así nomás vos. Ya vas a ver adonde vas a ir a parar.



BEATRIZ: Yo sé adonde voy a ir a parar.



RAMON: Estas llena de veneno.



BEATRIZ: ¿Has traído la plata que te he prestado?



RAMON: Sí.



BEATRIZ: Con razón hablas así. Porqué cuando vienes a pedir sos mucho más humilde. ¿Está todo?



RAMON: Falta un poco...si no hubieras tenido tanto apuro...



BEATRIZ: Necesito rescatar urgente los aros y la pulsera que he empeñado para prestarte esa plata. Para eso lo mandé a buscar al Champa. Quiero que vaya ya mismo a Santiago.



RAMON: Pero...no entiendo. ¿Tu marido ha sospechado algo? ¿Por qué tanto apuro? El llega mañana.



BEATRIZ: Precisamente por eso.



RAMON: ¿Y que? ¿Necesitas todas tus joyas para recibirlo?



BEATRIZ: ¡Claro! ¡Ya vas a ver que fiesta! Dame la plata. ¿Falta mucho?



RAMON: Cien pesos.



BEATRIZ: No importa. Los pongo yo.



(Entra “El Champa”, encargado de la tienda de los Abdala, la más importante del pueblo.



Es un hombre de unos cuarenta y cinco años, extremadamente amable. Viste en forma



humilde y prolija.)



CHAMPA: Con permiso...la señora me mando llamar...¡Señor Ramón! El placer de verlo. Mande usted señora.



RAMON: Usted siempre tan dispuesto Champita.



CHAMPA: Como tiene que ser, don Ramón. La señora del patrón es mi patrona.



BEATRIZ: Vamos, Champa... aquí todos somos patrones...usted, mi marido, yo...su señora...Ramón...mi madre...¡todos iguales, todos! Tal vez yo si, sea inferior a todos



CHAMPA: Por favor señora, no diga eso.



RAMON: Déjela, habla así porque según ella todas las mujeres...



BEATRIZ: ¡No todas! “Algunas” mujeres. Porque algunas saben como dominarlos...y esas están primero que todas, aunque vengan de la calle.



CHAMPA: Perdón, señora. ¿Usted ha nombrado también a mi mujer?



BEATRIZ: Hablaba en general. Me refería a Carmen, a mi, a mi madre, a su esposa...



RAMON: Todas mujeres y para vos, todas iguales.



CHAMPA: Con todo respeto, señora. Pero me parece que aun hablando en general como usted dice, en este asunto mi señora está de más. Yo soy empleado de ustedes pero me gustaría que mi mujer este afuera de esto. Yo cuido mucho que no ande en boca de nadie. Ni para bien ni para mal.



BEATRIZ: ¿Es tan celoso que se molesta de solo oírla nombrar?



CHAMPA: No es eso, señora...pero mucho mejor si las cabras están en el corral y la mujer en la casa...y con llave. (Muestra una llave.)



RAMON: ¡Aprendé!



CHAMPA: Cada uno en lo suyo, don Ramón.



BEATRIZ: Usted cierra la puerta con llave, pero a lo mejor deja la ventana abierta.



CHAMPA: La obligación del marido es cerrar la puerta, señora...el hombre entiende que la mujer a veces necesita tomar aire...es ella la que tiene que saber cuando cerrar o abrir la ventana, si hace falta...(Silencio incómodo) ¿La señora tiene algún encargo que hacerme?



BEATRIZ: Vea Champa, lo necesito como hombre de confianza. Usted es mas que de la familia.



CHAMPA: Por mi lealtad de muchos años, quiere decir...



BEATRIZ: Por su lealtad y por todo...



CHAMPA: Señora, vea que parezco tonto pero soy fino de entendederas...



BEATRIZ: ¿Que me quiere decir?



CHAMPA: Hoy tiene la boca amarga, señora.



BEATRIZ: ¿Porqué? Solo quiero decirle...



CHAMPA: No se trata de palabras, señora...usted quiere decir cosas que las palabras no dicen.



BEATRIZ: Vea...si usted tiene cola de paja...



CHAMPA: Don Ramón...por favor, usted me va a entender. ¿Qué quiere decir eso de que soy “mas” que de la familia? ¿Qué quiere decir “por la lealtad y por todo”? ¿Qué quiere decir ese “por todo”? ¿qué quiere decir eso de que aquí somos todos patrones, “incluso” mi mujer?



RAMON: No le hagas caso, Champita...



BEATRIZ: ¿Qué he dicho de malo? ¿Es que ya no se hablar, yo?



CHAMPA: Tiene el instrumento, desafinado, señora.



BEATRIZ: Pero...¡De que está hablando!



CHAMPA: Es la cuerda cortés la que le desafina, señora. Vea...voy a explicarle...Todos tenemos tres cuerdas en la cabeza: la cuerda cortés, la cuerda seria y la cuerda loca. (Mima dar vueltas una llave en la frente, en la sien derecha y en la izquierda.) Para vivir en sociedad nos servimos de la cuerda cortés, por eso está aquí en medio de la frente. Sin ella nos morderíamos todo el tiempo como perros rabiosos y eso no puede ser. Yo por ejemplo, mordería a don Ramón. Pero eso no puede ser. Entonces ¿qué hago? Afino la cuerda cortés, me acerco a él, así sonriente, y le digo: ¿Cómo está don Ramón? ¡El gusto de verlo! ¿Me entiende, señora?...Pero puede pasar que el agua se enturbie, entonces uso “la cuerda seria” para tratar de aclarar, de dar razones, de que todo se ordene...pero si no funciona...¡Ay, si no funciona! La cuerda loca es la que suena entonces y...y ya no veo nada y todo se nubla y... ¡ya no se lo que hago ni lo que digo!



RAMON: (Aplaude.) ¡Muy bien, Champita, muy bien!



CHAMPA: Usted, señora. Y discúlpeme. Quiere usar conmigo la cuerda cortés, pero la cuerda loca se le ha desafinado. Me parece que también la cuerda seria. Entonces se le hace un lío en la cabeza y ¿qué pasa? Las palabras que salen de su boca son de la cuerda cortés pero suenan mal porque las otras cuerdas están desafinadas. ¿Me explico? Por favor, pídale a don Ramón que se vaya...Yo también le ruego, don Ramón.



BEATRIZ: Necesito hablar en serio con usted.



CHAMPA: Aquí me tiene...Pero permítame una última aclaración. Yo no estoy hablando en broma y cuando uno no afina bien su cuerda “seria”, la cuerda “loca” se desafina sola...la propia o la de los otros, señora.



RAMON: Ahora no lo entiendo, Champa.



CHAMPA: Disculpe, don Ramón. Pero mi papá tenia la frente llena de cicatrices.



RAMON: ¿Qué tiene que ver su papá en todo esto, Champa?



CHAMPA: Es que cuando era chico, ¿sabe que hacía? En vez de cuidarse la frente, se cuidaba las manos. Cuando tropezaba y caía, ponía las manos atrás y se lastimaba la frente...Tenía la frente llena de cicatrices. Yo pongo siempre las manos adelante, desde chiquito. Quiero tener la frente sana, limpia, don Ramón.



BEATRIZ: Pero, ¿Si no sabe ni para que lo he llamado...a que vienen todas esas historias?



CHAMPA: Siendo así... dejo la cuerda seria, afino la cuerda cortés y...mande, señora.



BEATRIZ: Quiero que viaje urgente a Santiago. Ya mismo si es posible.



CHAMPA: ¿Ya mismo? Pero si mañana temprano llega el patrón.



BEATRIZ: ¿Y es tan necesario que usted esté cuando llegue él?



CHAMPA: Por supuesto, señora...soy el encargado...tengo que vigilar, controlar y rendirle cuentas cuando llegue.



BEATRIZ: Pero yo tengo que hacerle un encargo importante, Champa.



CHAMPA: Usted dirá, señora.



RAMON: Sos un personaje, Champita.



CHAMPA: ¿Personaje? No, don Ramón. Un muñeco nomás. La verdad es que somos todos muñecos. Muñeco usted, muñeco yo, muñeca la señora...todos. Y no solo de Tata Dios, no. Muñecos de lo que nosotros suponemos que somos en la vida...No, no ponga esa cara, señora. A ver si me hago entender: Uno nunca está conforme con el papel que le toca representar en la vida...La verdad es que uno puesto frente a su propio muñeco lo escupiría en la cara. Pero ante los otros, no. Ante los otros, uno exige respeto...Por ejemplo usted, señora, aquí es la esposa ¿no?



BEATRIZ: Si.



CHAMPA: Por la forma en que lo dice parece que no está muy conforme, pero usted quiere que se la respete como esposa. ¿No es cierto?



BEATRIZ: ¡Por supuesto!



CHAMPA: ¿Ve? Es así como tiene que ser. En la casa podrán pelearse, tirarse de los pelos si quieren... pero en la calle “cuerda cortés” usted, “cuerda cortés” su marido y allá van del brazo la muñeca-esposa y el muñeco-marido recibiendo el respeto de todos.



RAMON: (Ríe) ¿De donde sacas esas cosas, Champa?



CHAMPA: De la vida, señor, de la vida. Que más puede necesitar uno que el respeto de la gente. ¿Qué encargo iba a hacerme, señora?



BEATRIZ: ¿Encargo?



RAMON: ¿En que estás pensando?



CHAMPA: A lo mejor la señora ha cambiado de idea.



BEATRIZ: ¡No! Tome aquí tiene cuatrocientos pesos...voy a buscar cien mas y unas boletas. (Sale)



CHAMPA: ¿Serán boletas de empeño?



RAMON: Si, son boletas de empeño. ¿Por qué?



CHAMPA: No, por nada.



RAMON: La verdad, Champa, es que mi hermana por hacerme un favor empeñó unas joyas para prestarme plata y ahora quiere rescatarlas urgente.



CHAMPA: Pero...¿Justo ahora que llega el patrón? ¿No podría haberme mandado antes?



RAMON: Es que recién ahora le he traído el dinero



CHAMPA: Aquí hay algo mas, don. ¿Usted sabe algo?



RAMON: Y que quiere que sepa yo...cosas de mujeres, usted sabe como son...no se, celos quizás.



CHAMPA: ¿Y por celos me manda a mi a Santiago?



(Entra Beatriz)



BEATRIZ: Aquí están las boletas y otros cien pesos.



RAMON: (Intenta bromear) Champita, esos billetes de cien...



CHAMPA: No son billetes de cien, don Ramón, son hilos para mover el muñeco Champita y mandarlo a Santiago.



BEATRIZ. No lo hago por gusto, solo quiero que me rescate estas joyas del empeño y...y de paso quisiera que me compre un collar.



CHAMPA: ¿Un collar, yo...a usted?



BEATRIZ: Si. Aquí tiene el dinero. ¿Es una buena excusa, no? Un caprichito, Champa, es uno igual al de una amiga mía, que me gustó y...



CHAMPA: ¿Igual? ¿Pero como “igual” si yo no se como es el otro? Perdóneme señora, pero...



RAMON: En media hora pasa el colectivo a Santiago.



BEATRIZ: Vaya, Champa, no perdamos mas tiempo.



CHAMPA: Con unos minutos es suficiente...cierro la oficina, la puerta que da a mi departamentito y me voy...¿No quiere aprovechar esos minutos, señora?



BEATRIZ: ¿Para que?



CHAMPA: Para pensar...¿Se acuerda de mi papá, que cuidaba las manos y...?



BEATRIZ: ¿Empieza otra vez?



CHAMPA: Esta bien, me voy. (Va a salir y se detiene.) ¿Quiere que traiga mi mujer aquí, señora?



BEATRIZ: ¿Aquí? ¿Para que?



CHAMPA: Para mi tranquilidad señora.



BEATRIZ: Usted esta loco. ¿Qué quiere que haga yo con su mujer, aquí?



CHAMPA: Nada. Solo para mi tranquilidad



BEATRIZ: ¡Para su tranquilidad! ¿Pero, no era usted el que cerraba su casa con llave al salir?



CHAMPA. Así es señora. Entonces le voy a traer la llave a usted.



BEATRIZ: Por favor, Champa. No hace falta.



CHAMPA: Si usted no quiere tener a mi mujer aquí, ni guardar la llave, yo no viajo, señora.



BEATRIZ: Esta bien, si se pone así...puede traer su llave.



CHAMPA: Gracias, señora. Hasta luego.



RAMON: Lo acompaño. Champita.



(Al salir se cruzan con el comisario que llega a la casa.)



CHAMPA: Buenas tardes, comisario.



COMISARIO: Buenas...Con permiso, señora.



BEATRIZ Pase, comisario. ¿Cómo esta?



COMISARIO: Digamos que...sorprendido, señora. Esa mujer con la que me mandó llamar me contó todo.



BEATRIZ: Necesito su consejo, como hombre de confianza, comisario.



COMISARIO: ¿Qué ha hablado con el Champa, señora?



BEATRIZ: Lo he mandado a Santiago. Quiero darle a mi marido una lección delante de todo el pueblo, comisario. Y usted me tiene que ayudar.



COMISARIO: Vamos despacio, señora...vea que las consecuencias pueden a ser graves.



BEATRIZ: ¿Y que? ¿Voy a tener que separarme? ¡Encantada! Pero todos van a saber quién es el señor Abdala, el dueño de la tienda mas importante del pueblo, al que respetan tanto. Quiero un escándalo grande.







COMISARIO: ¿Y para eso me necesita a mi?



BEATRIZ: Solamente quiero que me diga que se hace en estos casos. Acuérdese que mi padre hizo mucho para que usted hoy, sea comisario.



COMISARIO: No me olvido de eso, señora...Yo me debo a su familia...En fin, si usted lo plantea así...su padre ha sido como un padre también para mi. Me ha enseñado tantas cosas...por ejemplo, de el he aprendido que uno tiene que ser tolerante con ciertos pecadillos veniales...



BEATRIZ: ¿Veniales?



COMISARIO: Distracciones...descuidos...Le hablo como amigo, señora.



BEATRIZ: ¿Amigo mío o de mi marido?



COMISARIO: También suyo, señora...también suyo.



BEATRIZ: Terminemos con las historias, comisario. ¿Va a ayudarme, o no?



COMISARIO: Bueno...si.



BEATRIZ: ¿Entonces?



COMISARIO: Entonces...bueno...no se... creo que tendría que estar la autoridad con un escribano y un fotógrafo escondidos en el lugar del hecho, para aparecer y levantar actas en el momento oportuno, porque estas cuestiones de adulterio se prueban solo pescando “in fraganti” a los...digamos, sospechosos.



BEATRIZ: El lugar del hecho es el negocio de mi marido y el departamento que está arriba, donde vive el Champa con la loca de su mujer. Hay una puerta que comunica el negocio con el departamento.



COMISARIO: Entonces, necesitaríamos la llave de esa puerta.



BEATRIZ: Dentro de un rato se la voy a hacer llegar...el Champa va a traerme esa llave.



COMISARIO: ¿El le va a traer a usted su llave? Ya no entiendo nada, señora.



BEATRIZ: Yo tampoco entiendo mucho al Champa. Creo que esta un poco loco. Pero vaya nomás. Yo voy a hacerle llegar esa llave, comisario.



COMISARIO: Esta bien. Espero que este procedimiento, un tanto, digamos...anormal no me cueste el puesto, señora. Hasta luego.



BEATRIZ: Hasta luego. Y no se aflija comisario, solo está haciendo justicia.



(Sale el comisario)



CHAMPA: (Entra con su mujer, joven y linda. Ella está discretamente vestida y porta un bolso en la mano.) Con permiso...Le he traído a mi mujer, señora.



BEATRIZ: ¿Pero como se le ocurre, no le he dicho que...!?



CHAMPA: Escúcheme, señora...



BEATRIZ: ¿No le he dicho que no la quiero aquí?



CHAMPA: Es buena y modesta señora, no la va a molestar.



BEATRIZ: ¡Y me extraña que usted se anime a venir a mi casa!



MARIA: Yo no quería...Mi marido me ha traído.



CHAMPA: Así es, doña.



BEATRIZ. ¡Que obediente!



CHAMPA: Como tiene que ser. No la va a molestar, puede hacerla dormir en la cocina, si quiere.



MARIA: Yo no tengo problemas, señora.



BEATRIZ: ¡Váyanse de aquí los dos, antes de que diga lo que no debo, ni quiero decir!



CHAMPA: Diga, doña. Hable, no se atragante.



BEATRIZ: Váyanse.



CHAMPA: Entonces no la quiere. Que quede claro: Yo la he traído y usted no la quiere. (A María. Le “da cuerda”) Cuerda cortés y...salude como corresponde.



MARIA: Hasta luego, señora. Un gusto verla.



CHAMPA: Aquí le dejo la llave.



(Beatriz duda un instante, luego toma la llave y sale. Baja la luz y sube música



marcando el paso del tiempo. En la penumbra ha entrado LA NEGRA que ordena



algunos elementos escenográficos mientras habla.)



LA NEGRA: Rara esta cuestión del destino ¿No? Una vive y anda por el mundo como manejada por algo o alguien. Tata Dios sabrá ser...o el destino que le dicen. Hay cosas que una no quisiera hacer pero las hace, porque de arriba disponen que hay que hacerlas. Como si todo ya estuviera ordenado desde antes y uno no fuera nada mas que un muñeco...un títere, que le dicen. Yo por ejemplo. ¿Qué tengo que ver en esta historia? La verdad que poco, muy poco. ¿Qué hago? Llevar y traer algunas noticias. Hacer algunos mandados. Y nada más. ¿Y para que sirve eso? Para que todo lo que estaba desordenado pero oculto salga a la luz y vuelva a ordenarse. Pero distinto, con la verdad a la vista.



CARMEN: (Entrando) ¿La verdad? ¿Y que sabes vos cual es la verdad? ¿O cuantas verdades hay? Lo único que has hecho es destruir todo lo que funcionaba bien en esta casa, donde todo era armonía. Ni un si ni un no, había. Todo estaba tranquilo hasta que a la señora se le ha ocurrido empezar a escarbar donde no debía. Y vos a ayudarla.



LA NEGRA: Vaya uno a saber si no debía. Cuando las ganas de saber se te meten en la sangre, ya no hay quien las pare y uno escarba y busca hasta que encuentra. Y a veces hasta encuentra lo que no fue a buscar. Pero vos tienes razón. ¿Cuántas verdades habrá? No sé. Lo único que se, es que tu patrona anda detrás de una, una sola. La que ella quiere encontrar. Y si no se servía de mí, si yo no la ayudaba, cualquier otro iba a ser. ¿Qué ha pasado?



CARMEN: ¿Y que va a pasar? Que se ha descubierto todo y ya no hay paz en esta casa. Por tu culpa.



LA NEGRA: Sí, por mi culpa. Y por la tuya, y la del patrón y la de la patrona...y la de todos. Lo que ha pasado tenía que pasar y no lo decidimos nosotros, Carmen. Vaya a saber quien. Hasta luego. (Sale)



(Entran RAMON y doña ASUNCION.)



RAMON: ¡Tendrías que haberme dicho lo que estaba ocurriendo, Carmen!



ASUNCION: ¡Pero, como es posible! ¿Dónde está mi hija?



RAMON: El escándalo ya no se puede parar...¡Y vos sin decir una palabra!



CARMEN. Le juro don Ramón que yo he tratado de convencerla...le he dicho que hable con ustedes antes de hacer cualquier cosa.



ASUNCION: Si la madre no esta para ser consultada en estos casos ¿para que sirve, me quieren decir?



CARMEN: Es lo que yo decía, señora.



BEATRIZ: (Entrando.) ¡Mamá!



ASUNCION: (La abraza.) ¿¡Que has hecho, hijita!?



BEATRIZ: Lo que tenía que hacer, mamá.



RAMON: Supongo que ahora estarás contenta. ¡Todo el pueblo alborotado con tu ocurrencia!



ASUNCION: Esta preso, hija.



CARMEN: ¿El señor?



ASUNCION: Sí. Y ella también.



CARMEN: ¿La mujer del Champa? ¡Dios mío!



BEATRIZ: ¿Los dos presos? Por supuesto que estoy contenta.



RAMON: Vos estas loca. ¿Eso querías...la vergüenza, el escándalo?



BEATRIZ: Vergüenza y escándalo para él.



RAMON: ¡Y para vos también! ¿Qué crees que has ganado con todo esto!



BEATRIZ: ¿Qué he ganado? Tranquilidad y libertad. Esos tienen lo que se merecen.



ASUNCION: No sabes lo que estas diciendo, hija. Lo que no entiendo es como el comisario te ha hecho caso...¡Con todo lo que le debe a tu padre! Podría habernos avisado.



BEATRIZ: El no tiene ninguna culpa. Ha hecho lo que tenía que hacer.



ASUNCION: Por supuesto, ni se te ocurrió pensar en tu madre. ¿Ahora que vamos a hacer?



RAMON: Nada, mamá. ¿Qué vamos a hacer? Si ella ha armado este lío, que se las arregle.



ASUNCIÓN: Es tu hermana, Ramón.



RAMON: ¿Y que podemos hacer? Solo llevarla a casa. Aquí ya no se puede quedar.



BEATRIZ: ¿Y quien quiere quedarse?



(Entra el comisario.)



COMISARIO: Con permiso...Buen día doña Asunción.



ASUNCION: Serán buenos para usted, comisario.



COMISARIO: Deje que le explique, señora.



RAMON: ¿Qué tiene que explicar? Un hombre casi de la familia, como usted, hacernos esto.



COMISARIO: Por favor, Ramón...



ASUNCION: ¿Usted se da cuenta que ha puesto preso a ...a mi yerno por una locura de su mujer?



COMISARIO: No me hable así, señora...usted sabe que yo soy amigo de la familia pero desgraciadamente también soy comisario.



RAMON: ¿Para eso es comisario? ¿Para andar metiendo en el calabozo a gente inocente?



BEATRIZ: ¡Inocente! Déjenlo en paz. El ha hecho lo que yo le he pedido que haga.



COMISARIO: Gracias, señora...gracias. Doña Asunción...Ramón: Aquí Beatriz puede decirles que yo he hecho lo posible por convencerla, pero no ha habido caso. Por otra parte si de algo tengo que reprocharme es de un exceso de amistad. ¿Ustedes creen que yo le hubiera podido poner la mano encima a ...a don Abdala con todo lo que lo conozco? ¡Años de amistad, señora! Y por culpa de esa amistad, me mandé una macana...otra mas dirán ustedes. Discúlpenme.



RAMON: ¿Y de que lo vamos a disculpar si no sabemos que otra macana se mandó?



COMISARIO: Que no me he animado a ir yo. ¿Cómo le iba a hacer eso a don Abdala, señor?



RAMON: ¿Y?



COMISARIO: Y que lo he mandado a mi segundo, el subcomisario Juárez. ¡Indio bruto, carajo!



BEATRIZ: ¿Entonces el los sorprendió juntos y los metió presos a los dos? Cumplió con su deber. Es lo que usted tendría que haber hecho.



ASUNCION: ¡Callate Beatriz! Siga.



COMISARIO: Bueno...juntos y no juntos. No los ha sorprendido en...digamos, flagrante delito. Hasta es posible que cuando se verifiquen los hechos, no pueda probarse nada.



RAMON: ¿Y entonces porqué están presos?



COMISARIO: ¿Por qué? Porqué yo no estaba allí. Si hubiera estado todo se hubiera arreglado de otra manera, señora. ¡Pero, ese animal de Juárez! Yo le prometo que don Abdala, hoy mismo va a quedar libre.



ASUNCIÓN: No de mas vueltas, comisario.



COMISARIO: Tiene razón, señora. Bueno...la cosa es que con la llave que Beatriz, la señora Beatriz, me dio, mi segundo con el escribano y el fotógrafo, entraron y se escondieron entre la mercadería del negocio. Escucharon que llegaba don Abdala y hacía ruido con unos papeles. Después de un rato no se escucharon mas ruidos y pensaron que había pasado a la casa de Champa, esperaron un tiempo prudencial y...y abrieron de golpe la puerta que comunica el negocio con el departamentito.



BEATRIZ: ¡Y ahí estaba! ¡En la casa de esa!



COMISARIO: Así es, ahí estaba...



BEATRIZ: ¿Ven...ven que yo tenía razón? ¡El tiene llave del departamento y entra y sale cuando se le antoja!



COMISARIO: Disculpe, pero según declaración tomada por el animal ese de Juárez, don Abdala, llamó y le pidió permiso a la señora del Champa para lavarse las manos, entonces ella le abrió.



BEATRIZ: ¡Sí, pobres inocentes!



COMISARIO: Según declaración de los testigos, don Abdala estaba vestido decentemente.



BEATRIZ: ¿Ah, sí? ¿Y ella...como estaba?



COMISARIO: Bueno...ella...la verdad...



BEATRIZ: ¡Diga...diga lo que dice el sumario!



COMISARIO: Bueno...ella estaba...vestida. Claro, no vestida como usted o la señora Asunción...estaba...



BEATRIZ: ¡Desnuda!



COMISARIO: Con un batón, como anda mi señora en la casa...Sin mangas, eso sí. Y un poquito escotado.



BEATRIZ: ¡Claro, disimulaban!



ASUNCION: ¿Quieres callarte, Beatriz? ¿Entonces porque están presos?



COMISARIO: Ahí está la cosa, doña Asunción. Es que al verlos, don Abdala se puso como loco y...y claro yo me hubiera aguantado un par de golpes...¡como no lo iba a entender! Pero el bruto ese de Juárez lo detuvo por desacato y resistencia a la autoridad. Y a ella por...no se, por exceso de escote, supongo.



RAMON: Entonces no se ha probado nada raro.



COMISARIO: Nada. Es más: Se ha secuestrado y revisado la valija de don Abdala y no se ha encontrado nada sospechoso.



BEATRIZ: ¡Un collar! ¿Han encontrado un collar?



COMISARIO: No. Ningún collar.



RAMON: ¿Por eso le encargabas al Champa un collar? Los celos te han vuelto loca, Beatriz.



(Beatriz, se deja caer en un rincón. Llora en silencio.)



COMISARIO: Si me permiten...ahora creo que lo mas prudente es que Beatriz no este aquí cuando llegue don Abdala, esta muy enojado el hombre.



RAMON: Y ...su razón tiene.



ASUNCION: Va a ser mejor que vengas con nosotros, hija.



COMISARIO: Si me permite señora...por unos días. Hasta que todo se calme.



(Largo silencio que es roto por el estrépito que produce CHAMPA al tropezar y caer



en la entrada.)



CARMEN: ¡Es el Champa!



RAMON: (Señalando a Beatriz) Llevala adentro, mamá. Nosotros nos vamos a ocupar.



ASUNCION: Vamos, hija. Dejemos a los hombres solos.



(Salen. Carmen ayuda al Champa.)



CHAMPA: Gracias...no es nada...no es nada.



CARMEN: Venga, hombre. ¿Quiere un vaso con agua?



CHAMPA: No, deje. Debe ser un mareo, nomás.



RAMON: ¡Champita! ¡Pero que te ha pasado, hombre!



CHAMPA: Nada...se me han roto los anteojos...una lástima. Buen día, comisario.



COMISARIO: Buen día.



RAMON: Siéntese.



CHAMPA: Gracias. No voy a sentarme.



RAMON: ¿Por qué?



CHAMPA: Porque no. La señora...¿estaría?



RAMON: Si, está. Pero...entenderás, Champita que con todo lo que ha pasado no se siente bien, no está en condiciones de hablar con vos.



CHAMPA: ¿Hablar? ¿Y quien quiere hablar? Yo vengo a cumplir con un encargo.



COMISARIO: Puedes estar tranquilo, Champita. Aquí no ha pasado nada. Lo dice el sumario.



CHAMPA: ¡Ah! El sumario lo dice.



RAMON: Claro, Champita. Aquí hay “comprobación legal” de que no pasa nada.



CHAMPA: Y bueno...si el sumario lo dice...Yo quería entregarle unas cosas a doña Beatriz...



RAMON: ¡Ah! ¿Las que trae de Santiago? Puede dejármelas a mí.



CHAMPA: Bueno, ya que esta el comisario, me gustaría dejárselas a el...para que haya “comprobación legal”



RAMON: Como quiera.



CHAMPA: Bueno. Aquí dejo, comisario, joyas rescatadas del empeño, encargadas por doña Beatriz...hay comprobación legal y con un testigo...



COMISARIO: Esta bien, Champa. Vaya nomás.



RAMON: ¿Qué vas a hacer, Champa?



CHAMPA: ¿Yo? Nada. Me voy.(Camina unos pasos. Se detiene) ¿Así que está mal la señora?



RAMON: Por supuesto. Todos aquí, mi madre, el comisario, yo, le hemos reprochado la macana que se mandó.



COMISARIO: Llora, Champa.



CHAMPA: ¡Ah...llora!



RAMON: También...después de todo lo que le he dicho...Te aseguro que todo lo que vos le quisieras decir ya se lo he dicho yo.



CHAMPA: ¿Y que se supone que le diría yo a su hermana? Si no ha hecho nada. Si lo único que ha hecho ha sido agarrar al pobre Champa, al muñeco Champa...¿Se acuerda que ayer hablábamos de muñecos? Tirarlo al suelo y pisotearlo así... así ( Pisotea su gorra.) Claro, ella también se sentía pisoteada. En el fondo estamos iguales, ella allá y yo aquí. Pero iguales. La verdad es que me gustaría hacerle una pregunta a su hermana.



RAMON: ¿Qué pregunta?



CHAMPA: ¡Regístreme, comisario! No voy a hacerle nada. No tengo nada. Lo único que va a encontrar es un hombre lastimado, un muñeco roto a pisotones, nada mas...¡Regístreme! ¡Quiero que me registre!



COMISARIO: Calmate, Champa. Ya te he dicho que el sumario...



CHAMPA: ¡Quiero hacerle una pregunta a ella, no al sumario!



BEATRIZ: (Entrando junto a Asunción.) Aquí estoy, Champa.



RAMON: ¡Beatriz! Champa quiere hacerte una pregunta...



COMISARIO: Está un poco nervioso, se ha caído al entrar.



ASUNCION: ¿Se ha lastimado, Champa?



CHAMPA: ¿Con el golpe, dice? No, no. Lo malo es que se me han roto los anteojos. Veo y no veo. Una sola pregunta quería hacerle, señora. ¿Usted cree que tenía razón de hacer todo lo que ha hecho, a pesar de que yo ayer...?



ASUNCION: ¡Sabemos todo, Champa!



RAMON: Que usted ha querido dejar aquí a su mujer y todo eso.



CHAMPA: Disculpen. Dejen que hable ella. Porqué a lo mejor yo no sé y ella tenía una razón para herirme a mí también.



BEATRIZ: No...yo contra usted no tengo nada...yo...



COMISARIO: Contra vos nadie tiene nada, Champita...



CHAMPA: No ha pensado en mi. En ningún momento ha pensado en mi y yo ayer estuve toda la tarde en este lugar poniendo las manos adelante...¿se acuerda de mi papá que no ponía las manos porque se cuidaba las manos mas que la frente y...?



BEATRIZ: Me acuerdo. Pero no he pensado en usted.



CHAMPA: ¿Y que soy yo para usted? ¿Nada? ¿Un trapo sucio que se tira en un rincón, para que no moleste mientras usted limpia su casa? Pero quiero ir un poquito mas al fondo...me parece que usted no ha tenido cuidado en golpearme a mi también, porqué según usted pensaba, yo sabía todo y me callaba...¿Es así? ¿Eso pensaba? Conteste. ¿Es así?



BEATRIZ: Bueno...ya que usted mismo lo dice...Sí, es así.



CHAMPA: O sea que si usted ve pasar a un tuerto, va corriendo y le pone un cartel que dice “Este, es tuerto”



RAMON: ¿Qué tiene que ver, Champa?



CHAMPA: Tiene razón. Porque al tuerto no le hace falta cartel. Todo el mundo se da cuenta de que es tuerto. Entonces usted va a tener que probarme si hay uno solo en este pueblo que pueda decirme en la cara, sin necesidad del cartelito que usted acaba de colgarme, que pueda decir: “Champa es un carnero consentido”.



ASUNCION: ¡Pero, por favor, Champa!



RAMON: ¡Nadie, Champita, nadie!



COMISARIO: ¡Pero a quien se le ocurre, hombre!



CHAMPA: Señores...perdón. Pero doña Beatriz aquí presente, estará pensando: Los demás no lo sabían pero Champa, sí. ¿Verdad? Conteste, por favor. Necesito que conteste usted, no el sumario.



BEATRIZ: Sí.



CHAMPA: Sí ¿qué?



BEATRIZ: Eso pienso.



CHAMPA: ¡Ay, señora...señora! Ahora déjeme que hable yo. No por mí. En general, voy a hablar en general: Usted no puede saber, porqué, por amor, un hombre a veces roba o mata...porqué tantas veces un hombre, -supongamos viejo, feo, pobre- por el amor de una mujer, que le tiene el corazón agarrado como en un torno, pero que no lo deja decir ni ¡ay! porque le cierra la boca con un beso, beso por el cual ese pobre hombre es capaz de cualquier cosa, hasta de destruirse. Usted no puede saber con cuanto dolor ese hombre es capaz de someterse hasta el punto de, y no es mas que un ejemplo, compartir el amor de esa mujer con otro hombre – digamos, rico, buen mozo, simpático- especialmente si esa mujer le ofrece la ilusión de que su amor es siempre el mismo y que las cosas están hechas de modo que nadie pueda sospechar. Vea que hablo en general. ¡No se le ocurra pensar que hablo de mi, señora! Es como una llaga que ese hombre tiene, una llaga que duele y molesta pero que esta escondida...¿Hace falta mostrar a todo el mundo esa llaga, para que ese pobre hombre se avergüence?...(Silencio)Pero...bueno dejemos esas fantasías y vayamos a nuestro asunto: Yo sabía que usted sospechaba de mi mujer y de su marido. ¡Celos! ¿Quien no tiene celos cuando quiere de verdad? ¿Usted tenía sospechas? Yo no quería quitárselas. Yo he venido aquí ayer para que usted se desahogue. Si usted hubiera hablado conmigo, yo hubiera vuelto a mi casa y le hubiera dicho a mi mujer: “Prepare las valijas, nos vamos.” y al patrón: “Dejo mi puesto, señor” “¿Pero, por qué Champita? “Porque si, señor.”. ¿Para que cree que he traído ayer aquí a mi mujer? Para hacerla estallar, para que hable. “Hable, señora, no se atragante, le decía” Pero usted prefirió no hablar y arrastrarme por el suelo y pisotearme a su gusto. ¿Qué tengo que hacer ahora? ¡Dígame! ¿Salir por la calle y caminar con todos los chicos del pueblo por detrás gritando: Beeee....beee...beee....? ¿Eso tengo que hacer?



RAMON: Champa...pero si aquí no ha pasado nada.



COMISARIO: Eso es, Champita, nada de nada.



CHAMPA: Eso dice el sumario. ¿No?



COMISARIO: ¡Negativo, Champita, todo negativo!



CHAMPA: ¿Usted conoce las manchas de aceite, comisario? Se desparraman y no salen más, uno quiere limpiarlas y no puede ¿Qué va a decir la gente? “Don Abdala tiene plata. Han arreglado el asunto.” Usted no ha pensado en mí, señora. Nadie piensa en mí. Usted mañana se va a arreglar con su marido y todos me van a golpear la espalda y van a decir: “No pasa nada, Champita, son cosas de ellos...” ¿Y yo voy a tener que andar por la calle con el cartelito que usted me ha colgado? ¡Tómeme el pulso, comisario!



COMISARIO: ¿Para que?



CHAMPA: ¡Diga si siente un latido de más! Con la mayor calma digo aquí, ante estos testigos, que esta misma noche o mañana, apenas mi mujer vuelva a la casa, agarro el hacha y le parto la cabeza. Y no solo a ella, porque probablemente le este haciendo un favor a la señora. ¡También al patrón! No tengo mas remedio. Me veo obligado a hacerlo.



RAMON: ¡Estas loco, Champa!



COMISARIO: ¿¡A quien vas a matar vos¡?



CHAMPA: ¡A los dos! ¡No tengo mas remedio, estoy obligado!



RAMON: No tienes motivos para matar a nadie.



COMISARIO: ¡Para eso estoy yo, para que no cometas barbaridades!



CHAMPA: ¡Usted me a atajar hoy, comisario!



COMISARIO: Y también mañana.



CHAMPA: Pero algún día se va a descuidar y los mato a los dos. Discúlpenme pero no tengo otra salida.



BEATRIZ: ¡No tiene que matar a nadie! ¡Yo le digo que no hay razón para matar a nadie! ¡Dios mío! ¡Es una locura, todo esto!



RAMON: ¿Ves, Champita? ¡Ella misma lo dice!



CHAMPA: ¡Ah! Y ahora lo dice. Ya es tarde, señora, tarde. ¡Que le vamos a hacer!



ASUNCION: (Llorando) ¡Y todo por una locura, por una locura!



COMISARIO: Claro que ha sido una locura, Champita. La señora misma lo confiesa.



CHAMPA: ¿Una locura?...¡Dios! ¡Una locura de la señora! ¡Eso es! (Salta y baila) Entonces todo puede arreglarse. ¡Todo! ¡Una locura...eso es! ¡Manos limpias! (Se besa las manos.) ¡No tengo que matar a nadie! ¡Todo puede arreglarse! ¡Vaya a prepararse, señora!



BEATRIZ: ¿A prepararme? ¿Para que?



CHAMPA: (A Asunción.) Usted ayúdela, todavía hay tiempo. Que prepare las valijas.



ASUNCION: ¿Las valijas? ¿Para qué?



CHAMPA: Para internarla, señora.



BEATRIZ: ¿Internarme, yo? ¡Usted esta loco!



CHAMPA: No, señora. La loca es usted, lo ha reconocido delante de su mamá, del comisario, de su hermano...Usted está loca, señora.



ASUNCION. ¿Mi hija? ¿Pero que esta diciendo?



CHAMPA: Es por el bien de todos, doña Asunción...De lo contrario los tengo que matar a los dos.



RAMON: ¿Qué estas tramando, Champa?



CHAMPA: ¿Usted tampoco entiende, Ramón? Simple. Ella está loca. Yo no mato a nadie, no tengo qué reclamar, porque la señora esta loca, por eso armó este escándalo. El patrón que ahora está en boca de todos tampoco tiene que explicar nada, porque todo ha sido culpa de un momento de locura de su mujer. ¿Acaso se le puede hacer caso a una loca? No. Doña Beatriz, va y se interna tres meses...pasa tres meses de vacaciones, digamos, y todos en paz. Pero todo tiene que ser ya, ya mismo, sino no va a funcionar.



RAMON: ¡Brillante, Champa! Tiene razón, Beatriz. Es la única solución.



BEATRIZ. ¿Yo, internarme? ¿Pasar por loca, yo? ¡Mamá, escucha, lo que dicen!



ASUNCION: Hija...me parece que es la única solución.



COMISARIO: Es para remediar todo este asunto, Beatriz. Piense en su marido.



BEATRIZ: ¿Pero que están diciendo todos? ¿En serio pretenden que yo pase por loca delante de todo el pueblo?



CHAMPA: Usted le ha puesto una marca, un cartel, a tres personas, delante de todo el pueblo: a uno de... ¿cómo se dice? de...adúltero a otra de puta y a otro, el que habla, de carnero consentido. No es suficiente con que usted diga que ha cometido una locura. Hay que demostrar que está loca, loca de verdad, loca de encerrar.



BEATRIZ: Mas loco estará usted.



CHAMPA: No señora. Usted es la loca. Entienda que es por su bien. Y no se aflija, no le va a costar mucho hacerse la loca, yo le voy a enseñar como se hace. Es suficiente con que les grite a todos la verdad en la propia cara. Ninguno le va a creer, todos la van a tomar por loca.



BEATRIZ: ¡Ah! ¡Escuchen todos, escuchen! Entonces usted sabe que todo es verdad. ¡Usted sabe que yo tengo razón!



CHAMPA: No, señora, no. Vea lo que pasa y lo que viene pasando en el mundo. Nadie esta mas loco que el que cree ser el dueño de la verdad y de la razón. Le estoy haciendo un regalo, señora. Dese el gusto de hacerse la loca tres meses. ¿Que más quiere? Ya me gustaría a mi poder hacerme el loco. Dar vueltas aquí, toda la cuerda loca,(Se da cuerda en la sien izquierda) hundirme hasta las orejas un gorro de cascabeles y salir a la calle a escupirle a todo el mundo en la cara, la verdad. Ya no tendría que tragarme las injusticias, ni las infamias ni las amarguras que me arruinan el estomago. Lo que nos mata es no poder desahogarnos, no poder abrir la válvula de la locura. Y usted ahora puede. ¡Vamos, empiece a gritar! ¡Empiece a gritar!



BEATRIZ: ¿Qué grite?



CHAMPA: Si, aquí en la cara de su hermano...¡Vamos, grite! (Beatriz lo intenta)¡No! ¡Mas fuerte! A ver... en la cara del comisario...¡Grite! Ahora en mi propia cara. Como está loca dese el gusto de gritar lo que quiere gritarme: Beeee....beeee...beeee.....



BEATRIZ: ¡Eso si! Beee....beeee....beeee....(Grita en la cara de Champa cada vez mas alto.)



CHAMPA: ¡Siga, señora, siga!



RAMON: ¡Basta Beatriz!



ASUNCIÓN: ¡Ya esta hija!



BEATRIZ: ¡Déjenme gritarle! Beee...beee...beee...(Grita furiosamente)



CARMEN: (Entra corriendo.) ¿Qué pasa?



CHAMPA: ¡Esta loca! Ahí tienen la prueba. ¡Esta loca de atar! (Ramón y el comisario agarran a Beatriz de los brazos y la llevan afuera mientras sigue gritando.)¡Vayan, llévenla al manicomio! (A Asunción y a Carmen) ¡Corran! ¡Vayan a preparar sus cosas, hay que internarla! ¡No pierdan tiempo! (Salen. Champa queda solo en el escenario. Salta y baila.)¡Loca! ¡La señora esta loca! ¡Loca! ¡La llevan a internar! (Ríe mientras sigue repitiendo lo mismo. Lentamente la risa va trocando en llanto.) ¡Loca! ¡Loca!...¡Loca de mierda! ¡Loca! ¡Loca de mierda! ¡Loca! (Las últimas palabras son apenas un murmullo repetido de rodillas en el centro del escenario.-)







F I N

No hay comentarios: